sábado, 8 de agosto de 2015

LOS RUEGOS EN LA ORACIÓN

El Buda se encontró con una ceremonia que se estaba celebrando, y en la que se había reunido una gran muchedumbre. Él preguntó:

-¿Qué está sucediendo? -y le dijeron que el hombre que estaba adorando había pedido algo. Su deseo se había cumplido y ahora estaba sacrificando un toro, estaba matando un toro; era una ceremonia religiosa. El Buda dijo:

-Pero ¿qué tiene que ver el toro? Si este hombre siente que Dios le ha concedido algo, que le ha sido favorable, se debería sacrificar él?

Se adentró entonces en la muchedumbre y le preguntó al hombre:

-¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás siendo violento con este pobre toro? ¡No ha hecho nada!

El hombre era un brahmán, un erudito, un conocedor de las escrituras, y citándolas, dijo:

-Tú no sabes. No estoy siendo violento con este animal. Las escrituras dicen, los Vedas dicen, que si un animal es crucificado, matado, asesinado, si se acaba con él en una ceremonia religiosa, el espíritu del animal va directamente al cielo. No estoy siendo violento con él, irá al cielo.

-¿Por qué no matas a tu padre o a tu madre o te matas tú mismo? -dijo entonces el Buda-. ¿Por qué estás perdiendo la oportunidad de ir al cielo? Este toro podría no querer ir al cielo. Si esto es cierto, entonces mata a tu padre o a tu madre, ¡O mátate tú! ¡Sí, es mejor que te mates tú!

El brahmán escuchó al Buda. Su presencia se lo aclaró: dejó allí mismo su arma, renunció a toda esa ceremonia religiosa y le pidió al Buda:

-Ahora dime tú cómo ser religioso, porque he estado haciendo todas estas cosas durante toda mi vida. Me has conmocionado, pero también me tienes que despertar.

Todos los deseos que se cumplen son sólo coincidencias. Si sigues pidiendo a Dios, algunos deseos se cumplirán -Dios no tiene nada que ver con que se cumplan-, otros no se cumplirán. Cuando un deseo no se cumple, el devoto piensa: «No he estado orando correctamente. No he llevado a cabo los rituales como debía. No he seguido bien las escrituras. Mi ceremonia no fue como debía haber sido. No recité los mantras adecuadamente. Debo haber hecho algo mal». Eso si el deseo no se ha cumplido. Si se ha cumplido, entonces: «Dios me ha sido muy favorable. Ahora tengo que dar algo como regalo para mostrar mi gratitud».

Dios no tiene nada que ver con tus ruegos o deseos. De hecho, sólo experimentas a Dios cuando ya no tienes más deseos. Única¬mente una consciencia carente de deseos llega a conocer qué es Dios, y se vuelve divina. Todos los deseos son mundanos, tanto si se cumplen como si no; es tu juego. Así es como está sucediendo en todo el mundo.

Vas a un santo y tu ruego se cumple. Entonces vas de nuevo; si no se cumple vas a algún otro santo. Algún día, en algún lugar, se producirá la coincidencia y tu deseo se cumplirá. Entonces el santo se convertirá en tu Dios, porque tu deseo se cumplió allí. Pruébalo. Es sólo un juego. Si tiras una moneda, hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que caiga de este lado y otro cincuenta por ciento de que caiga del otro. Y si tiras la moneda millones de veces, entonces se acercará cada vez más al cincuenta por ciento; pero es sólo una coincidencia. La gente es explotada en profundidad. Sé consciente de esto.

En la antigua Grecia existía una gran escuela, los sofistas. Toda su enseñanza consistía en que no hay nada que sea verdad o mentira. Si eres listo, eres capaz de probar que cualquier cosa es verdad, y también puedes probar que cualquier cosa es mentira. Todo depende de lo listo que seas, porque no hay verdad, no hay mentira. Solían enseñar sofistería, solían enseñar cómo discutir. El argumentar lo era todo.

Este tipo de argumentación sofística ha existido en todos los países del mundo. Todavía existe, y es un juego en el que te puedes perder y olvidar lo que estabas buscando. La argumentación sofística es una manera de defender tu ego.

Recuerda, es bueno ser auténtico, es bueno no ser un hipócrita; te ayuda a crecer. Todas las falsedades que continúas defendiendo son venenosas; destruirán tu ser interno. Y los argumentos pueden ser muy lógicos, muy convincentes, pero si no son auténticos, son todos basura. Lo auténtico no es la validez del argumento como tal, sino la verdad.

Recuerda, nadie te está protegiendo; ni Cristo, ni Mahoma, ni Krishna. Nadie puede protegerte excepto tú mismo. No traspases tu responsabilidad a otro, que es algo que las personas hacen a menudo.

En el camino espiritual, pedir es ser salvado. Si lo pides, estás salvado: no es que Jesús te salve. Recuerda estas hermosas palabras de Jesús: «Pedid y se os dará. Llamad y las puertas se os abrirán».

Esas puertas en realidad están abiertas, están esperando a que llames. De hecho, Dios ya te lo ha dado, pero como no lo has pedido todavía no has reconocido el regalo. El regalo ya ha sido entregado. Ya lo tienes, pero como no lo has pedido no lo puedes reconocer. En el momento en que lo pidas lo reconocerás.

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