sábado, 27 de mayo de 2017

ACERCA DE LA MEDITACIÒN

Un antiguo proverbio dice: “Siembra un pensamiento y cosecharás un acto. Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino”.

Y yo os digo: no sembréis nada y cosecharéis meditación y amor.

No sembrar nada; de eso se trata la meditación. Y su consecuencia natural es el amor. Si al final del viaje de la meditación el amor no ha florecido, todo el viaje habrá sido inútil; algo habrá ido mal. Lo comenzaste pero nunca llegaste al destino.

El amor es el criterio. En el camino de la meditación, el amor es el criterio. Son dos caras de una misma moneda, dos aspectos de la misma energía: cuando uno está, el otro también tiene que estar. Si el otro no está, entonces el primero tampoco estará.

La meditación no es concentración. Un hombre muy concentrado puede que no alcance el amor; de hecho, no lo alcanzará. Un hombre muy concentrado puede que se vuelva violento, porque la concentración es una preparación para permanecer tenso; la concentración es un esfuerzo para enfocar la mente. Es una profunda violencia hacia tu consciencia. Y cuando eres violento con tu propia consciencia no puedes dejar de serlo con los demás. Cualquier cosa que seas contigo mismo, lo serás con los demás.

Deja que esto sea una regla fundamental en tu vida, una de las más fundamentales: cualquier cosa que seas hacia ti mismo, lo serás hacia los demás. Si te amas a ti mismo, amarás a los demás; si fluyes dentro de tu ser, también fluirás en cualquier relación. Si estás paralizado dentro, también estarás paralizado fuera. El interior tiende a volverse exterior; el interior se manifiesta a sí mismo en el exterior.

La concentración no es meditación; la concentración es el método de la ciencia. Es la metodología científica. Un científico necesita de la profunda disciplina de la concentración, pero de él no se espera que sea compasivo; no hay ninguna necesidad de que sea así. De hecho, un científico se vuelve cada vez más violento con la naturaleza. Todo el progreso científico está basado en una violencia hacia la naturaleza. Es destructivo porque, en primer lugar, el científico es destructivo hacia su propia consciencia expansiva. En vez de expandir su consciencia, la reduce, la hace exclusiva, unidireccional. Es una coacción, es violencia.

Recuerda, la meditación no es concentración pero tampoco es contemplación. No es pensar. Puede que estés pensando acerca de Dios; aún así será pensar. Si hay “acerca de” será pensar. Puede que estés pensando acerca del dinero, acerca de Dios; básicamente no hay ninguna diferencia. Sigues pensando, solamente el objeto ha cambiado. Si piensas acerca del mundo, o acerca del sexo, nadie lo llamará contemplación. Pero si piensas acerca de Dios o la virtud, si piensas acerca de Jesús, de Krishna o de Buda, sí lo llamarán contemplación.

Pero no es meditación, todavía es pensar. Todavía te concierne el otro. En la contemplación el otro está ahí, aunque por supuesto no tan exclusivamente como en la concentración. En la contemplación hay más fluidez que en la concentración; en la concentración la mente se dirige hacia un solo punto; en la contemplación la mente se orienta hacia un sujeto, no hacia un punto. Puedes continuar pensando, puedes seguir cambiando y fluyendo con el sujeto, pero aún así, en definitiva, el sujeto permanece igualmente.

¿Entonces qué es meditación? La meditación es simplemente deleitarte en tu propia presencia; la meditación es un deleitarte en tu propio ser. Es muy sencillo: un estado totalmente relajado de la consciencia en que no haces nada. En el momento en que comienzas a hacer, te pones tenso. ¿Qué hacer? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo no fracasar? Inmediatamente te crea ansiedad. Ya te has ido al futuro.

Si contemplas, ¿qué puedes contemplar? ¿Cómo puedes contemplar lo desconocido? ¿Cómo puedes contemplar lo incognoscible? Solamente puedes contemplar lo conocido. Puedes darle vueltas y vueltas, pero seguirá siendo lo conocido. Si sabes algo acerca de Jesús, puedes pensarlo una y otra vez; si sabes algo acerca de Krishna, puedes pensarlo una y otra vez. Puedes continuar modificándolo, cambiándolo, decorándolo; pero no te conducirá hacia lo desconocido. Y lo desconocido es Dios.

La meditación es simplemente ser, sin hacer nada; sin ninguna acción, ni pensamiento, ni emoción; simplemente eres. Y ese ser es una pura delicia. ¿De dónde viene este gozo cuando no haces nada? No viene de ningún lugar, o viene de todos. No tiene causa, porque la existencia en sí misma está hecha de lo que nosotros llamamos gozo. No necesita causa ni motivo. Para ser infeliz se necesita un motivo; si eres feliz, simplemente eres feliz, no necesitas razones. Tu mente trata de encontrar alguna causa porque no puede concebir lo que no la tiene, porque no puede controlarlo; con lo que no tiene causa la mente simplemente se hace innecesaria. Así que la mente va encontrando una u otra razón. Pero me gustaría decirte que siempre que eres feliz, lo eres sin ninguna razón; siempre que eres infeliz, tienes una razón para ello; porque la felicidad es la materia de la que estás hecho. Es tu mismo ser, es tu núcleo más profundo. El gozo es tu mismísimo núcleo.

Mira los árboles, mira los pájaros, mira las nubes, mira las estrellas; y si tienes ojos serás capaz de ver que toda la existencia es gozosa. Todo es simplemente feliz. Los árboles son felices sin ninguna razón; no van a hacerte ni ministros ni presidentes y nunca van a llegar a ser ricos ni a tener ninguna cuenta en el banco. Mira las flores, es increíble lo felices que son las flores sin ninguna razón.

Toda la existencia está hecha de la materia que llamamos gozo. Los hindúes lo llaman satchitananda, ananda, gozo. Por eso no es necesaria ninguna razón ni ninguna causa. Si simplemente puedes estar contigo mismo, sin hacer nada, simplemente gozándote; sólo estando contigo mismo, simplemente estando feliz por ser, simplemente siendo feliz por respirar, por escuchar a los pájaros, sin ninguna razón, entonces estarás en meditación. La meditación es estar aquí y ahora. Y cuando uno es feliz sin ningún motivo, no puede contener esta felicidad. Se esparce a los demás, se convierte en un compartir. No puedes mantenerla, es tanta, tan infinita que no puedes abarcarla con tus manos, tienes que permitir que se esparza. Esto es compasión

La meditación es estar contigo mismo y la compasión es el florecimiento de ese estar contigo.

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