sábado, 26 de mayo de 2018

ETAPAS EN LA CUALIDAD CRÍSTICA


No hay etapas. La iluminación o cualidad de Cristo o cualidad de Buda sucede en una décima de segundo, no hay etapas graduales. Jesús inició el viaje, no la cualidad de Cristo, cuando fue bautizado por Juan el Bautista, en el río Jordán.

La semilla empezó a movilizarse hacia el transformarse en un árbol, la semilla se rompió en la tierra. Ahora el árbol y su desarrollo es sólo cuestión de tiempo. No puedes decir que tienes un árbol cuando la semilla se rompe en la tierra, no puedes decirlo, porque el árbol no está ahí.

No puedes decir que el árbol existe. No puedes decirlo, porque ¿dónde puedes ver el árbol? No puedes descansar debajo de él, no puedes coger la fruta, no tienes la fragancia de las flores. El árbol no existe.

Sí, en cierta forma, no puedes decir que el árbol es. Pero por otra parte, el árbol existe, porque la semilla está rota. El árbol está creciendo; está en camino. Ahora es sólo cuestión de tiempo. En cierta forma, el árbol ha llegado, porque el proceso de crecimiento ha comenzado.

La semilla se rompió el día en que Juan el Bautista inició a Jesús. Los cielos se abrieron y el espíritu de Dios descendió como una paloma. Este fue el principio, no de la cualidad de Cristo, sino el principio hacia la cualidad de Cristo; la semilla moviéndose hacia el árbol.

Jesús se convirtió en Cristo en la cruz, cuando dijo: "Que se haga tu voluntad, no la mía". Ese día él se convirtió en un árbol, se convirtió en un enorme y gigantesco árbol. Ahora, miles podían refugiarse debajo de él. El árbol floreció, llenó la tierra entera con su fragancia.

Así que, en cierta forma, puedes decir que se logró el primer vislumbre cuando fue iniciado en el Río Jordán. En la cruz, el último. Depende de cómo lo quieres expresar. Pero creo que les he transmitido el significado: ese día empezó el viaje para ser un Cristo.

También puedes llamarle Cristo desde ese día; depende de cómo quieras expresarlo. Pero yo señalo que él comenzó el camino hacia el ser un Cristo. Llegó a ser Cristo en la cruz.

La cualidad del Cristo, la cualidad del Buda, o nirvana, moshka, iluminación, suceden en una fracción de segundo, no es algo que suceda gradualmente. Son transformaciones repentinas.

La misma naturaleza de la llamada es tal que sólo aquellos que están a punto de despertar pueden oírla. Sólo aquellos cuyo sueño casi se ha completado, que se acercan a la mañana y están preparándose para despertar: sólo ellos pueden escuchar. Pero no puedes ver cuáles serán éstos.

Llama a mil: cien escucharán y sólo diez comenzarán a moverse. Noventa escucharán y aún así no se moverán. Escucharán, pero no entenderán o entenderán otra cosa o lo mal interpretarán. Diez empezarán a moverse. Y cuando diez se mueven, sólo uno llega; nueve se perderán en el camino. Llama a mil y sólo has llamado a uno. Pero así es como son las cosas.

Sucedió que cuando Buda se iluminó, permaneció en silencio durante siete días. Pensó: "¿Quién me escuchará?". Pensó: "¿Qué es lo que voy a decir? ¿Quién me entenderá?". Pensó: "Las cosas que me han sucedido, si alguien me las hubiera dicho cuando aún no me habían pasado, ni siquiera yo las hubiera entendido. Por lo tanto, ¿quién lo va a entender? ¿Por qué molestarse?".

Durante siete días sólo estuvo sentado debajo del Árbol Bodhi. La tradición dice que los devas en el cielo se pusieron muy inquietos. " ¿Por qué se mantiene en silencio? Es sólo después de miles de años que uno llega a iluminarse. ¿Por qué no está llamando a la gente? Se inclinaron ante Buda y dijeron: "Deberías decir algo. Has llegado; deberías llamar a la gente. Deberías difundir la palabra ¿por qué te quedas en silencio? Hemos esperado y esperado. Siete días han parecido siete siglos. ¿Qué estás haciendo? no pierdas tiempo. Sólo estarás aquí durante poco tiempo, y después desaparecerás para siempre. Antes de desaparecer, haz una llamada".

Buda dijo: "¿Quién escuchará? ¿Quién entenderá?".

Pero esos devas eran muy astutos. Y es bueno que fueran astutos. Discutieron, persuadieron. Dijeron: "Sí, tienes razón. Escasas, escasas son las posibilidades de que alguien escuche, y aún más escasa es la posibilidad de que alguien entienda. Pero existe. Llama a mil; cien escucharán, noventa no entenderán; diez caminarán, nueve se perderán en el camino. En un punto u otro creerán que han llegado; se sentarán a un lado del camino y creerán haber llegado a casa. Sólo uno llegará, pero uno es más que suficiente".

Buda entendió. Comenzó a predicar.

Sé que es un esfuerzo muy carente de esperanzas. Teniendo muy claro que no entenderán, seguiré hablándoles. Es como hablarle a una pared.

Cuando Bodhidharma se iluminó, estaba sentado cerca de una pared, con la espalda apoyada contra la pared. Inmediatamente se volvió y se puso de cara a la pared. Durante nueve años no se sentó de ninguna otra forma. Cuando fuera que se sentara, lo hacía mirando a la pared. Si alguien estaba Allí, un investigador, un buscador, tenía que hacer sus preguntas desde atrás.

La gente preguntó: "¿Qué postura más absurda has elegido? Ha habido muchos Budas en el mundo, pero ninguno se ha sentado mirando a la pared. ¿Por qué estás sentado así? ¿Por qué eres tan loco?".

Bodhidharma respondía: "Hasta donde yo sé, todos los Budas han estado mirando a la pared, porque donde sea que mires habrá una pared. Ese no es el punto.

Bodhldharma decía: "Todos han mirado a la pared, pero eran un poco más corteses". Decía: "Yo no soy tan cortés, eso es todo. No me importa en absoluto lo que ustedes piensen de mí. Sólo volveré la cara hacia ustedes cuando vea que hay alguien que pueda entenderme".

Durante nueve años estuvo mirando a la pared. Entonces llegó un hombre.

El hombre dijo: "Vuélvete hacia mí o me mataré", tenía una espada en la mano. Pero Bodhidharma no se volvía. Se cortó la mano y dijo: "Mira, la mano se ha ido. La segunda cosa será la cabeza".

Entonces Bodhidharma se volvió. Le dijo: "¡Espera! Así que has venido" porque sólo aquellos que están dispuestos a cortarse la cabeza pueden entender.

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