sábado, 7 de septiembre de 2019

EL ZEN Y LA TOTALIDAD


El zen significa madurez. El zen significa desechar todos los deseos y ver cuál es la situación. No interpongas tus sueños frente a la realidad. Límpiate los ojos de sueños, para así poder ver la situación. Esta talidad se llama konomama o sonomama. Kono- o sonomama significa la talidad de una cosa; la realidad es su talidad. Todas las ideologías impiden que lo veas.

Las ideologías son vendas que te obstruyen la vista. Un cristiano no puede ver; tampoco puede un hinduista, ni un musulmán. Porque estáis tan llenos de ideas que sólo veis lo que queréis ver, no hacéis más que ver lo que no está presente, proyectáis, interpretáis, creáis una realidad propia y particular, que no está ahí. Eso crea una especie de delirio. Noventa y nueve de cada cien de vuestros pretendidos santos son gente que delira.

El zen proporciona cordura al mundo, cordura total. Desecha todas las ideologías. Dice: “Se vacío. Mira sin ninguna idea. Mira en la naturaleza de las cosas pero sin ninguna idea, prejuicio ni presunción”. No te preocupes… ese es uno de los fundamentos.

Así que hay que abandonar la teología; si no, te mantendrá ocupado.

¿Ves cuál es la cuestión? Si tienes una idea, existe la posibilidad de que la encuentres en la realidad, porque la mente es muy, muy creativa. Y claro está, esa creación sólo será una imaginación. Si estás buscando a Cristo empezarás a tener visiones de Cristo, y todas ellas serán imaginarias. Si buscas a Krishna empezarás a ver a Krishna, y todas esas visiones serán imaginarias.

El zen es muy realista. Dice que hay que abandonar la imaginación. La imaginación proviene del pasado… llevas desde la infancia condicionado por ciertas ideas. Desde la infancia te han llevado a la iglesia, al templo, a la mezquita; te han llevado al erudito, al pundit, al sacerdote. Te han forzado a escuchar sermones… han medito en tu mente todo tipo de cosas. No te aproximes a la realidad con toda esa carga; si no, no acabarás de saber lo que es.

Descargar, aligerar. Ese aligerar es zen.

Es muy difícil estar cuerdo en un mundo enloquecido.

El zen es sencillo pero difícil a la vez. Simple en lo que respecta al zen -es la cosa más simple del mundo, la más simple porque es espontánea-, pero muy difícil a causa de nuestras mentes condicionadas, a causa del mundo enloquecido en que vivimos, en que nos han criado, y que nos ha corrompido.

La segunda cosa es que el zen no es una filosofía, sino poesía. No propone, sino que simplemente persuade. No discute, simplemente canta su propia canción. Es estético hasta la médula, y para nada ascético. No cree en ser arrogante o agresivo hacia la realidad, sino en el amor. Cree que si participamos con la realidad, ésta nos revelará sus secretos. Crea una consciencia participativa. Es poesía, es pura poesía… igual que es pura religión.

Al zen le interesa muchísimo la belleza. Está menos preocupado con la verdad, pero muy interesado por la belleza. ¿Por qué? Porque la verdad es un símbolo áspero. No sólo es seca en sí misma, sino que las personas que se interesan demasiado por ella también acaban “secándose”. Empiezan a morir. Sus corazones se encogen, sus fluidos dejan de fluir. Se quedan sin amor, se tornan violentos, y empiezan a ser cada vez más en la cabeza.

Y el zen no es una cosa de la cabeza, sino total. No es que niegue la cabeza, sino que le otorga el lugar que le corresponde, no un estatus dominante. Debe funcionar con la totalidad… Las agallas son tan importantes como la cabeza, los pies son tan importantes como la cabeza, el corazón es tan importante como la cabeza. La totalidad debe funcionar como un organismo; ninguna parte debe ser dominada.

La filosofía está orientada hacia la cabeza; la poesía es más total. La poesía fluye más. La poesía se ocupa más de la belleza. Y la belleza es no violencia, amor, y compasión. El buscador zen mira en la realidad para hallar lo bello… en el canto de los pájaros, en los árboles, en la danza de un pavo real, en las nubes, en los relámpagos, en el mar, en la arena. Intenta buscar la hermosura.

Y claro está, buscar la hermosura tiene un impacto completamente distinto. Cuando buscas la verdad eres más masculino; cuando buscas belleza eres más femenino. Cuando buscas la verdad estás más preocupado por la razón; cuando buscas la belleza estás cada vez más interesado por la intuición. El zen es femenino, la poesía es femenina. La filosofía es algo muy masculino, muy agresivo; es una mente masculina.

No hay comentarios:

Buscar este blog