sábado, 21 de julio de 2018

SER CONSCIENTE


Se dice que fuera donde fuera Mahavira, todo el mundo percibía su presencia como un sutil perfume. Se ha dicho esto de mucha otra gente. ¡Es posible! Cuanto más centrado estás interiormente, más se vuelve tu presencia un perfume. Y los que tienen la receptividad adecuada pueden percibirlo. Entra pues en tu templo, no con incienso externo, sino con un incienso interno. Y este incienso interno puede alcanzarse únicamente siendo consciente. No hay otra forma.

Actúa con plena consciencia. Es un viaje muy largo, muy arduo y es difícil ser consciente tan siquiera por un solo instante. La mente está constantemente oscilando. Pero no es imposible. Es arduo, es difícil, pero no es imposible. ¡Es posible! Es posible para todos. Sólo se requiere de esfuerzo; de un esfuerzo total. No se ha de reservar nada, todo ha de ser entregado, nada debe ser dejado sin participar. Todo debe ser sacrificado por ser consciente. Solamente entonces se descubre la llama interna. Está ahí. si alguien trata de descubrir la unidad esencial que subyace en todas las religiones que han existido o que podrán existir, encontrará estás sencillas palabras “ser consciente”.

Jesús cuenta esta historia: El amo de una hacienda ha salido y les ha dicho a sus sirvientes que se mantengan constantemente alerta porque en cualquier momento puede regresar. Han de estar alerta las veinticuatro horas del día. En cualquier instante el amo puede volver, ¡en cualquier instante! No hay una hora fija, una fecha fija, un día determinado. Si hubiera una fecha determinada podrías dormirte, podrías hacer lo que quisieras y estar alerta únicamente en esa fecha en particular porque entonces sería cuando llegase el amo. Pero el amo ha dicho, “Vendré en cualquier momento. Tenéis que estar alerta día y noche para recibirme”.

Esta es la parábola de la vida. No puedes posponerlo. En cualquier momento se puede presentar lo Divino, en cualquier instante el Amo puede regresar. Uno ha de estar continuamente alerta. No hay fecha fija, no se sabe nada de cuando puede ser la repentina llegada. Solamente se puede hacer una cosa: ¡estar alerta y esperar!

Rabindranath ha escrito un poema, “El Rey de la Noche”. Es una parábola muy profunda. Había un gran templo con cien sacerdotes y un día el jefe de los sacerdotes soñó que el Divino Invitado iba a venir aquella noche. El Divino Invitado por el que habían estado esperando y esperando. Durante siglos la congregación había estado esperando que el Rey llegara, que el Divino Rey llegara. ¡La Divinidad del templo tenía que venir! Pero el sacerdote principal se sentía dubitativo. “Puede que solamente haya sido un sueño. Y si ha sido simplemente un sueño todos se reirán. Pero, ¿quién sabe? Puede que sea verdad. Puede que sea una premonición auténtica”.

El sacerdote principal estuvo pensando esa mañana sobre si debía o no debía decírselo a los demás. Se sintió asustado. ¡Puede que fuera cierto! Por eso, por la tarde lo contó. Reunió a todos los sacerdotes, cerró todas las puertas del templo y les dijo, “¡No salgáis y no se lo digáis a nadie! Puede que haya sido simplemente un sueño; nadie puede asegurarlo. Pero he soñado y el sueño era muy real. En el sueño, la deidad, el Rey de este templo decía, “Voy a venir esta noche” ¡Estad listos!”. Debemos pues estar alerta. Esta noche no podemos irnos a dormir”.

Decoraron todo el templo, limpiaron todo el templo e hicieron todos los preparativos para recibir al Invitado. Y luego se dispusieron a esperar. Entonces, lentamente, las dudas fueron apareciendo. Alguien dijo, “¡Qué tontería! Fue sólo un sueño y estamos desperdiciando nuestras horas de descanso”. Pasó media noche y nuevas dudas surgieron. Entonces alguien se rebeló y dijo, “Me voy a dormir. Esto no tiene sentido. Hemos perdido todo el día y aún estamos esperando. ¡No va a venir nadie!”. Hubo muchos que estuvieron de acuerdo, muchos se rieron, “Es simplemente un sueño por lo tanto no debemos prestarle tanta atención”.

Incluso el sacerdote principal claudicó y les dijo, “Puede que haya sido sólo un sueño. ¿Cómo voy a saber si fue real? Podemos estar siguiendo los dictados de un sueño, de una forma estúpida, necia”. Por lo tanto dijeron, “Solamente una persona debería estar vigilando en la puerta para que todos los demás pudiéramos irnos a dormir. Si alguien viene, él nos informará”.

Noventa y nueve sacerdotes se fueron a dormir y el que quedó dijo, “Si noventa y nueve sacerdotes dicen que fue sencillamente un sueño, ¿para qué debo desperdiciar mi descanso? Y si el Divino Invitado llega, que venga. Vendrá en un gran carruaje y por lo tanto habrá mucho alboroto y todo el mundo se despertará”. Cerró las puertas y también se quedó dormido. Entonces llegó el carruaje y las ruedas del carro crearon un gran tumulto. Uno que estaba dormido dijo, “Parece que el Rey está llegando. Parece que las ruedas del carro están haciendo mucho ruido”. Otro que estaba a punto de dormirse le dijo, “No pierdas el tiempo. No viene nadie. No es el carruaje. Son solamente nubes en el cielo”. Y el Invitado llegó y llamó a la puerta. Alguien dijo otra vez, “Parece que ha llegado alguien y que está llamando a la puerta”. Así que el mismo sacerdote principal le contestó, “Duérmete ya. No sigas molestando una y otra vez. Nadie llama a la puerta. Es solamente el viento”.

Por la mañana descubrieron que el carruaje había venido esa noche y se pusieron a llorar y a gritar. Había marcas en la calle y el Divino Invitado había llegado hasta la puerta y llamado. Había marcas de pisadas en el polvo de los escalones.

Hay muchas parábolas. Buda y Mahavira han contado muchas historias con una sola idea fundamental: que la Iluminación es posible en cualquier instante, en cualquier momento. Puede suceder en cualquier instante. Uno ha de estar alerta, consciente y atento. Esta parábola del “Rey de la Noche” no es solamente una parábola. Es real. Todos interpretamos así las cosas; todas nuestras interpretaciones son simplemente justificaciones de nuestro sueño y a favor de nuestro sueño.

Decimos, “No es nada más que el viento; no es nada más que la tormenta. Entonces podemos dormir tranquilos. Negamos continuamente la religión, negamos todo aquello que rompe nuestro sueño. Razonamos el que no existe Dios, el que no hay religión, el que no hay nada, nada excepto el viento, nada excepto nubes. Entonces podemos dormir tranquilos, cómodos.

Si existiera una Divinidad, si existiera una posibilidad de algo más elevado que nosotros, entonces no podríamos dormir cómodamente. Entonces tendríamos que estar alerta y despiertos y esforzándonos, luchando. Entonces la transformación se convertiría en nuestra preocupación más inmediata.

El mantenerse consciente es la técnica para centrarse uno mismo, para alcanzar el fuego interno. Está ahí, escondido, puede ser descubierto. Y una vez descubierto, solamente entonces somos capaces de entrar en el templo. Nunca antes, nunca antes.

Pero podemos engañarnos a nosotros mismos con símbolos. Los símbolos existen para mostrarnos realidades más auténticas, pero podemos usarlos para auto engañarnos. Podemos quemar externamente un incienso, podemos reverenciar objetos externos y así podemos sentirnos tranquilos porque hemos hecho algo. Podemos sentirnos religiosos sin ser religiosos en absoluto. Esto es lo que está sucediendo; esto es en lo que se ha convertido la Tierra. Todo el mundo cree que es religioso porque actúa de acuerdo con ciertos símbolos externos, sin fuego interior.

Esfuérzate aunque fracases. Estarás en el comienzo. Caerás una y otra vez, pero cada caída te ayudará. Cuando seas capaz de ser consciente aún por un solo instante percibirás por primera vez cuan inconsciente eres.

Caminas por la calle y no puedes andar unos pocos metros sin volverte inconsciente. Una y otra vez te olvidas de ti mismo. Empiezas a ver un anuncio y te olvidas de ti mismo. Alguien pasa por tu lado, le miras y te olvidas de ti mismo.

Tus fracasos te serán de ayuda. Te enseñarán lo inconsciente que eres, e incluso si eres capaz de ser consciente de que eres inconsciente has ganado cierta consciencia.

Si un loco se vuelve consciente de que está loco, está en el camino de la cordura.


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