sábado, 15 de septiembre de 2018

EL CONFLICTO ENTRE CONSCIENCIA E INCONSCIENCIA


¿Cuáles son los obstáculos? ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué se da esta situación? ¿Por qué existe este conflicto entre consciencia e inconsciencia? Considerémoslo detenidamente.

Es natural. Sea lo que sea, es natural. El hombre ha evolucionado a través de millones de años. Esta evolución te ha creado a ti, a tu cuerpo, a tu mecanismo. Esta evolución ha supuesto una larga lucha, millones y millones de experiencias, de fracasos, de éxitos. Tu cuerpo ha aprendido mucho, tu cuerpo ha estado continuamente aprendiendo cosas. Tu cuerpo sabe mucho y lleva impreso este saber. Repite una y otra vez sus modos de comportamiento. Incluso aunque la situación haya cambiado, el cuerpo permanece el mismo. Por ejemplo, cuando sientes ira, la sientes del mismo modo que la sentía un hombre primitivo, la sientes igual que la siente un animal, la sientes de la misma forma que cualquier chico. Y éste es el mecanismo: cuando te sientes enojado tu cuerpo tiene una rutina prefijada, un ritual, una rutina que desplegar.

En el instante en que tu mente dice “ira”, posees glándulas que comienzan a liberar compuestos en la sangre. Se libera adrenalina en la sangre. Es algo necesario porque bajo la ira tendrás que golpear o ser golpeado por tu contrincante. Necesitarás de un aumento de circulación sanguínea y este compuesto ayudará a que aumente la circulación. Puede que tengas que luchar o puede que tengas que escapar de cierta situación, huir. En ambos casos este compuesto será de ayuda. Por eso, cuando un animal está enojado el cuerpo se siente dispuesto a luchar o a escapar. Y esas dos son las dos alternativas: si el animal percibe que es más fuerte que su oponente, luchará; si siente que él no es el más fuerte, escapará. Y el mecanismo trabaja muy eficazmente.

Pero para el hombre, la situación se ha vuelto distinta por completo. Cuando te sientes enojado, puede que no puedas ni siquiera expresarlo. Eso es algo imposible para el animal. Depende de la situación. Si se trata de enfrentarte a tus inferiores, entonces eres capaz de expresarlo. Si es en contra de tu superior, entonces no eres capaz de expresarlo. No solamente esto; puede que incluso rías o sonrías. Puede que incluso persuadas a tu jefe, a tu amo de que no solamente no estás enojado sino que eres muy feliz. Estás confundiendo así a todo el mecanismo corporal. El cuerpo se halla en disposición de pelear y tú estás sonriendo. Estás creando una confusión en el cuerpo. El cuerpo es incapaz de entender lo que estás haciendo. ¿Estás loco o qué? El está dispuesto a hacer una de las dos cosas que le son naturales: luchar o escapar.

Este sonreír es algo nuevo. Este engaño es algo nuevo. El cuerpo no posee mecanismos adecuados a él, de modo que te ves obligado a forzar la sonrisa sin el flujo químico que te ayuda a sonreír, que te ayuda a reír. No hay substancias que ahora te ayuden a reír. Muestras una sonrisa forzada, una falsa sonrisa mientras el cuerpo ha liberado compuestos en el cuerpo que te hacen estar dispuesto para pelear. ¿Qué hará ahora la sangre? El cuerpo posee un lenguaje que comprende a la perfección, pero te estás comportando de un modo insano, carente de cordura. Se crea así una separación entre tú y tu cuerpo. Este mecanismo es inconsciente, este mecanismo es involuntario. Tu voluntad, tu volición no es necesaria porque conllevará tiempo y hay situaciones en las cuales no se puede disponer de tiempo.

Un tigre te acaba de atacar; no hay tiempo ahora para meditaciones. No puedes contemporizar sobre qué hacer. Tienes que hacer algo sin la mente. Si la mente se entromete, estás perdido. No puedes pensar, no le puedes decir al tigre, “¡Espera! Deja que lo piense; deja que piense qué hacer”. Has de actuar inmediatamente, sin consciencia alguna.

El cuerpo posee un mecanismo. El tigre está ahí, la mente sabe simplemente que el tigre está ahí. El mecanismo corporal comienza a trabajar. El trabajo no depende de la mente porque la mente es un trabajador lento, muy poco eficiente. No se puede confiar en ella en situaciones de emergencia, por eso el cuerpo comienza a trabajar. Te sientes asustado. Vas a escapar, huirás.

Lo mismo ocurre cuando estás en un escenario preparado para dirigirte a una gran audiencia. No hay un tigre, pero te sientes asustado por el público. El miedo toma forma; el cuerpo es informado. Esa información de que tú tienes miedo es automática. El cuerpo empieza a liberar compuestos, los mismos compuestos que liberaría si el tigre te atacara. No hay tal tigre, en realidad no hay nadie que te ataque, pero la audiencia parece que va a iniciar un ataque frontal. Parece que todo el mundo tiene un talante agresivo. Por eso te has asustado.

Ahora el cuerpo está listo para luchar o para escapar, pero las dos alternativas están descartadas. Has de estar ahí y hablar. Tu cuerpo empieza a transpirar, aunque sea una noche fría. ¿Por qué? Porque el cuerpo está listo para correr o para luchar. La sangre circula más, se crea más calor, y tú sigues ahí, así que empiezas a sudar y a continuación te sacude un ligero temblor. Todo tu cuerpo empieza a temblar.

Ocurre lo mismo que si arrancas un coche y pisas el acelerador y el freno al mismo tiempo. El motor se calentará, listo para correr y lo estás frenando simultáneamente. Todo el coche se pondrá a temblar. Lo mismo ocurre cuando estás en un estrado. Sientes miedo y el cuerpo está listo para escapar. El acelerador se pisa, pero no puedes echar a correr. Tienes que dirigirte al público. Eres un líder o algo así. No puedes echar a correr. Has de afrontarlo y quedarte ahí, en el estrado. Has de dar la cara.

En este instante estás haciendo dos cosas simultáneamente que son auténticamente contradictorias. Estás pisando el acelerador y el freno al mismo tiempo. No puedes echar a correr, pero el cuerpo está listo para hacerlo. Empiezas a temblar y se genera calor. Tu cuerpo se pregunta, “¿Qué estás haciendo?”. El cuerpo no es capaz de entenderte. Se crea una brecha. El inconsciente hace una cosa y el consciente sigue haciendo otra. Estás dividido. Esta brecha ha de ser estudiada cuidadosamente.

En cada uno de tus actos esa brecha está presente. Ves una película, una película erótica. Tu sexualidad es excitada. Tu cuerpo está listo para explosionar en una experiencia sexual, pero solamente estás viendo una película. Simplemente estás sentado en una silla y tu cuerpo está listo para el acto sexual.

La película te irá acelerando, te irá presionando. Estás excitado, pero no puedes hacer nada. El cuerpo está listo para hacer algo, pero la situación no. Por esto se crea una brecha. Empiezas a percibirte a ti mismo como diferente y surge una barrera entre tú y tu cuerpo. Debido a esta barrera y a esa constante excitación y represión simultáneas, a este acelerar y frenar simultáneo, a esta constante contradicción en tu existencia, te encuentras enfermo.

Si pudieras retroceder y ser un animal, lo cual es imposible, te encontrarías sano e íntegro. Es un hecho extraño: los animales no se encuentran enfermos cuando están en su hábitat natural, pero ponlos en un zoo y empezarán a imitar las enfermedades humanas. Ningún animal es homosexual en su entorno natural, en su estado natural, pero pon a los animales en un zoo y comenzarán a comportarse de un modo absurdo: empezarán a comportarse de un modo homosexual. Ningún animal se vuelve loco en estado natural, pero en un zoo los animales enloquecen.

No se sabe, en toda la historia de la Humanidad, de ningún animal que haya cometido suicidio, pero en un zoo los animales pueden suicidarse. Es algo extraño, pero no realmente extraño porque en el instante en que el hombre comienza a forzar a los animales a llevar una vida que no es natural, estos se sienten divididos por dentro. Se crea una división, una brecha; se pierde la unidad.


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