sábado, 8 de septiembre de 2018

EL INCONSCIENTE, EL AMO


Un día una mujer fue a la escuela de Mulla Nasrudin con su hijo pequeño. La mujer le pidió a Mulla que asustara al chico. Era muy rebelde y no obedecía a nadie. Necesitaba ser amedrentado por alguien que fuera una autoridad. Desde luego, Mulla era alguien en su pueblo. Adoptó una postura muy amenazadora. Sus ojos, fieros, se salían de sus órbitas y empezó a dar saltos. La mujer pensó, “Ahora es imposible detener a Mulla. Puede que hasta mate al niño”.

La mujer se desmayó, el niño se escapó y él, Mulla, se asustó tanto de sí mismo que tuvo que salir corriendo de la escuela. Esperó afuera y la mujer regresó. Luego volvió a entrar lentamente, en silencio, con la cara seria. La mujer dijo, “Mulla, qué extraño, ¡nunca te pedí que me asustaras!”.

Mulla dijo, “No te das cuenta de lo que ha sucedido. No fuiste solamente tú la que te asustaste; incluso yo me asusté de mí mismo. Cuando el miedo aparece, acaba con todo. Es fácil provocarlo, pero controlarlo es difícil. Yo era el amo cuando lo provoqué, pero al poco rato me dominó y él se convirtió en el amo y yo en el esclavo; no pude hacer nada por impedirlo. Y más aún: el miedo no entiende de favoritismos. Cuando golpea, golpea a todos.

Es una bella parábola que muestra una profunda comprensión de la mente humana. Eres consciente de todo, pero sólo al comienzo. Después el inconsciente toma el mando. El inconsciente se hace cargo de la situación y el inconsciente se hace el amo y señor. Puedes provocar la ira, pero nunca puedes hacer que termine. Al contrario, la ira termina contigo. Eres capaz de hacer que empiece lo que sea, pero antes o después el inconsciente se convierte en el amo, eres relevado de tu cargo. De modo que solamente los comienzos están en tus manos, nunca los finales. Y tú no eres el amo de todo lo que sigue.

Esto es algo natural porque solamente un muy pequeño fragmento de la mente es consciente. Funciona como lo hace un motor de arranque en tu coche. Pone en funcionamiento el coche y luego deja de ser útil; entonces el motor pasa a realizar el trabajo. Se requiere solamente para poner en marcha el motor. Sin él, es difícil arrancarlo. Pero no sigas creyendo que porque eres capaz de empezar algo, eres el amo. Este es el secreto de esta parábola. Debido a que lo originaste, empiezas a creer que eres el amo. Debido a que lo empezaste, crees que podías haberlo detenido.

Puede que no lo hayas iniciado, esa es otra cuestión, pero una vez empezado, al poco rato lo voluntario se convierte en involuntario y lo consciente se convierte en inconsciente. Porque la consciencia es simplemente la capa más externa, la superficie de la mente y la mayor parte de la mente es inconsciente. Tú lo empiezas y el inconsciente comienza a funcionar y a operar.

Por eso Mulla dijo, “No soy el responsable de lo que h sucedido. ¡No soy el responsable! Soy el responsable solamente de su inicio y fuiste tú la que me dijiste que lo hiciera. Comencé a asustar al crío, luego el chico se asustó, tú te desmayaste, entonces yo me asusté y todo se convirtió en un caos.

Todo es también un caos en nuestras vidas, siempre con la consciencia empezando las cosas y el inconsciente tomando el mando. Si no lo vez, si no percibes este mecanismo, siempre serás un esclavo y la esclavitud se hace más cómoda si sigues creyendo que tú eres el amo. Es difícil ser un esclavo a sabiendas, sabiendo que eres un esclavo. Es fácil ser un esclavo cuando te engañas a ti mismo creyendo que eres el amo de tu amor, de tu ira, de tu codicia, de tus celos, de tu violencia, de tu crueldad, incluso de tu simpatía y de tu compasión.

Digo “tuyos”, pero es tuyo solamente al comienzo. Tan sólo durante un instante, tan sólo una chispa es tuya. Luego tu mecanismo se pone en marcha y la totalidad de tu mecanismo es inconsciente. ¿Por qué es esto así? ¿Por qué existe este conflicto entre consciente e inconsciente? Y existe un conflicto.

No eres capaz de hacer predicciones ni tan siquiera sobre ti mismo. Incluso tú mismo, incluso tus actos son impredecibles para ti porque desconoces lo que va a suceder, desconoces qué es lo que vas a hacer. No eres consciente de lo que vas a hacer al momento siguiente porque el ejecutante está sumido en la oscuridad. Tú no eres el que obra. Eres solamente el comienzo.

A menos que tu mecanismo al completo se haga consciente, tú te convertirás en un problema para ti y en un infierno para ti. No habrá nada , sino sufrimiento continuo.

Tal y como he estado recalcando a diario uno puede hacerse total de dos formas. La primera es aquella por la cual pierdes la consciencia fragmentaria, te desprendes de ese pedazo de mente que se ha vuelto consciente y lo lanzas al oscuro inconsciente, donde se disuelve y tú te haces total. Pero entonces eres simplemente como un animal y eso es algo imposible. Hagas lo que hagas, no es posible. Te lo puedes imaginar, pero no es posible. Una y otra vez serás lanzado hacia adelante.

Esa pequeña parte que se ha hecho consciente no puede volverse inconsciente otra vez. Es como un huevo que se ha convertido ya en gallina. Ahora la gallina no puede volver atrás y convertirse de nuevo en un huevo. Una semilla que ha germinado ya ha iniciado el camino para convertirse en un árbol. Ahora no puede volver atrás, no puede retroceder y volver a ser una semilla de nuevo. Un niño que ha salido del vientre de su madre no puede ya regresar, no importa lo placentero que haya sido el vientre para él.

No hay un volver atrás. La vida siempre se mueve hacia el futuro, nunca hacia el pasado. Solamente el hombre es capaz de pensar en el pasado. Por eso digo que uno puede imaginárselo, pero no puede ser hecho realidad. Puedes imaginártelo, puedes pensar en volver atrás, puedes creer en ello, puedes tratar de regresar, pero no puedes hacerlo. Es una imposibilidad. Uno ha de ir hacia adelante. Ese es el segundo método para hacerse total.

A sabiendas o no, uno se está moviendo a cada instante. Si te mueves sabiéndolo, entonces se acelera la velocidad. Si te mueves sabiéndolo no desperdicias ni energía ni tiempo. Entonces, aquello que no sucedería en un millón de vidas vividas siendo inconsciente, puede suceder en una sola vida, porque si te mueves sin saberlo, te mueves en círculos. Cada día repites lo mismo, en cada vida repites lo mismo y la vida se convierte en un hábito, en una repetición.

Puedes romper el hábito repetitivo si te mueves conscientemente. Entonces hay una ruptura. Por eso lo primero es ser consciente de que tu consciencia es tan poca que actúa únicamente como un motor de arranque. A menos que adquieras más consciencia que inconsciencia, que estés más atento que desatento el balance no cambiará.

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