sábado, 1 de septiembre de 2018

CENTRAMIENTO Y VACÌO INTERIOR


El hombre tal y como es, carece de centro, de un centro auténtico, real. Posee un centro, digámoslo así, pero el centro es falso. Solamente se imagina que posee un centro. El ego es un falso centro. Sientes que está ahí, pero no lo está. Si tratas de encontrarlo, verás que no existe.

Bodidharma llegó a la China mil cien años después de Buda. El mismo era un Buda. El Emperador Wu acudió a recibir a Bodidharma. Cuando nadie estuvo presente le preguntó a Bodidharma, “Estoy muy confuso. Mi mente nunca está en paz. ¿Qué puedo hacer? Dímelo. Tranquiliza, calma mi mente. Estoy sumido en una profunda lucha, en un conflicto interno constante. Haz algo”.

Bodidharma dijo, “Haré algo. Ven temprano de madrugada, a las cuatro en punto, pero recuerda que debes traer tu yo”.

El Emperador pensó, “O este hombre está loco o no he entendido lo que ha dicho”. Y dijo, “Desde luego vendré. Vendré con mi yo”.

Bodidharma siguió insistiendo, “No te olvides. Trae tu yo contigo, sino, ¿a quién voy a tranquilizar?”.

El Emperador no pudo dormir en toda la noche. Aquello era muy extraño. Parecía absurdo. ¿Qué quiere decir este hombre? y empezó a dudar sobre si acudir o no acudir, y tenía que hacerlo a una hora muy temprana, a las cuatro en punto de la madrugada. Y Bodidharma le había dicho que acudiera solo, “Deja únicamente a tu yo que acuda contigo; a nadie más”. De modo que nadie se enteraría de lo que iba a hacer, y aquel hombre parecía un loco. Podría ser hasta peligroso. Pero aún así, se sintió tentado. Este hombre era realmente de una clase distinta de ser. ¡Atraída! ¡Era magnético! Así que el Emperador no pudo quedarse en casa y fue.

Cuando se estaba acercando, Bodidharma le dijo, “Has venido, pero ¿dónde está tu yo?”.

Wu le dijo, “Me confundes. No he podido dormir en toda la noche. ¿Qué quieres decir con mi yo? Yo estoy aquí”.

A lo que Bodidharma dijo, Dame tu yo. Lo voy a dejar tranquilo, silencioso, en paz. Cierra tus ojos descubre dónde está. Dímelo y lo haré desaparecer totalmente y nunca surgirá un problema de nuevo”.

De modo que el Emperador Wu cerró los ojos y se sentó ante Bodidharma. La mañana estaba en absoluto silencio, podía escuchar sus propios latidos del corazón. Y Bodidharma estaba allí diciéndole constantemente, “Ve hacia tu interior y descubre dónde está. Si no eres capaz de hallarlo, ¿qué voy a hacer yo?”. Y buscó y buscó y buscó durante horas. Luego abrió sus ojos y era un hombre diferente.

Le dijo, “No lo hallo por ninguna parte. Es todo vacío. No hay un yo”.

Bodidharma le dijo, “Si no hay yo y todo es vacío, ¿te sientes alterado ahora? ¿Hay alguien que esté en desasosiego en tu interior? ¿Dónde está ahora la angustia de la que hablabas? Hablabas tanto de ella y ¿dónde está ahora?”.

Wu dijo, “No está en ninguna parte porque la persona ha desaparecido, ¿cómo va a poder subsistir esta intranquilidad sin nadie? Lo he intentado y vuelto a intentar, pero no hay nadie a quien encontrar. En realidad, estaba engañado.

Siempre creí que había un “yo” en mi interior. Trate de descubrirlo y resulta que no está. Hay simplemente un vacío, sunya, una vacuidad, una nada”.

A lo que Bodidharma respondió, “Ve ahora a tu casa y siempre que sientas que has de hacer algo con tu “yo”, descubre primero dónde se encuentra”.

Es una falsa entidad. Debido a que nunca nos hemos preocupado en buscarlo, parece que existe. Debido a que nunca nos hemos interiorizado, continuamos hablando sobre el “yo”. No está aquí. Lo primero que hay que entender es que si meditas, si te vuelves silencioso, sentirás un vacío, porque serás incapaz de descubrir el ego. El ego constituía el mobiliario; ahora el mobiliario ha desaparecido. Eres simplemente una habitación vacía; màs bien, una ausencia de habitación. Incluso las paredes han desaparecido. Formaban parte del ego. Toda la estructura ha desaparecido, por eso descubres un vacío.

Este es el primer paso, cuando el ego desaparece. Es una falsa entidad; no existe. Sólo aparenta existir y sigues creyendo que está allí. Está en tu pensar, no en tu ser. Pertenece a tu mente, no a tu existencia. Debido a que crees que existe, existe.

Cuando tratas de encontrarlo, no lo encuentras. Entonces percibes el vacío, la nada. Permanece ahora en este vacío, persiste en esta vacuidad.

La mente es muy astuta. Puede engañarte. Si empiezas a observar esto, este vacío, si empiezas a pensar, lo llenarás de nuevo. Incluso si dices, “Es un vacío”, te has salido de él, estás ya fuera de él. El vacío ha desaparecido, tú has entrado. Permanece en el vacío; permanece vacío. No pienses. Es muy difícil, asusta mucho. Uno se marea. Es un abismo, un abismo infinito. Caes y caes y no hay un fondo. Uno se queda aturdido y empieza a pensar. En el instante en que piensas, tienes de nuevo los pies en la tierra. Dejas de estar en el vacío.

Si puedes quedarte en el vacío sin escapar de él mediante el pensar, de repente el vacío desaparecerá, tal y como el ego ha desaparecido, porque, en realidad, parece un vacío debido al ego. El ego era aquello que lo estaba llenando. Era el mobiliario, y no había tal vacío. Ahora el ego ha desaparecido, por eso percibes un vacío. Este sentimiento de vacuidad se debe a algo que había siempre allí y que ahora ha desaparecido.

Si me ves en esta silla y de repente dejas de verme en esta silla, la silla parecerá vacía, no debido a que la silla esté vacía, sino sencillamente porque había alguien sentado en ella y ahora ya no está. Ves el vacío, no la silla. Ves el vacío porque la ausencia de algo aparece como vacío. Aún no te estás fijando en la propia silla. Veías a una persona allí; ahora ves la ausencia de esa persona. Pero no ves la silla. Por eso cuando desaparece el ego, percibes el vacío. Es solamente el comienzo, porque este vacío es solamente la parte negativa del ego, el otro aspecto. Este vacío ha de desaparecer también.

Se dice que Rinzai, un Maestro zen, que cuando estaba aprendiendo con su Maestro, el Maestro insistía siempre en que tenía que alcanzar el vacío, la nada, el sunya. Un día se presentó; lo había alcanzado. Fue un esfuerzo prolongado. Disolver el ego es un tremendo esfuerzo. Había sido un largo viaje, difícil, a veces casi imposible, pero lo había logrado. Así que se presentó, riendo, bailando, feliz en éxtasis. Se postró a los pies del Maestro le dijo, “Lo he logrado. Ahora el vacío está ahí”.

El Maestro le miró de forma poco compasiva y le dijo, “Ahora despréndete también de este vacío. No lo traigas aquí. Tira ese vacío. Despréndete de esa “nada” porque si posees la nada, de nuevo algo tienes”.

Incluso un vacío es algo. Si puedes percibirlo, es algo; si puedes sentirlo, es algo; si puedes observarlo, es algo. Si está en tus manos, incluso la nada se convierte en algo.

El Maestro dijo, “Despréndete de este vacío. Acude a mí solamente cuando no exista ese vacío”.

Rinzai lloró. ¿Por qué él no se daba cuenta de ello? Un vacío es un logro, es algo. Si alcanzas la nada, la nada se convierte en una cosa. Cuando profundizas en el vacío, sin pensar, sin vibración alguna de la mente, si permaneces en esto, de repente el vacío simplemente desaparece y se conoce al Yo.

Entonces estás centrado. Entonces has llegado al verdadero centro.

Hay un falso centro, luego la ausencia del falso centro y luego el verdadero centro. Con “centramiento” quiero decir la base, la auténtica base del Ser. No es tu centro, porque tú eres el falso centro. De modo que no es tu centro. Es el centro; sencillamente el centro del ser. La Existencia misma está centrada en él.

Tú eres el falso centro; tú desaparecerás. Pero incluso si en tu desaparición, te sientes colmado con el vacío, el ego habrá vuelto de una forma harto sutil. De manera sutil. Habrá regresado. Dirá, “He alcanzado este vacío”. De modo que aún estará ahí.

No le permitas que vuelva. Permanece en el vacío. No hagas nada con el vacío, ni tan sólo pienses en él, ni tan sólo sientas nada sobre él. El vació está ahí: quédate en calma, déjalo allí. Desaparecerá. Es simplemente una parte negativa. Lo real ha desaparecido. Es sólo una sombra. No persigas la sombra, no te agarres a la sombra porque la sombra puede subsistir solamente si lo real está cercano. Solamente entonces puede existir la sombra. Por último el vacío desaparece entonces surge el centramiento. Entonces por vez primera tú no existes y tú eres, no como tú, sino como puro Ser, o mejor, como el Todo. Y esto ha de ser tenido muy en cuenta: no se trata de tu centro, es el centro de Todo.

Olvídate del falso centro. Interiorízate y búscalo; se disolverá. Nunca se encuentra. No existe, por eso no puedes encontrarlo. Entonces te enfrentas a algo todavía más arduo: te encuentras con el vacío. Es muy silencioso. Comparado con el mundo del ego, es muy silencioso. Estás en una gran paz. Pero no te sientas satisfecho con ella. Es falsa porque es parte del ego. Y si te sientes satisfecho, el ego volverá, regresará. Aún quedaba allí una parte de él. Esa parte lo traerá de nuevo de vuelta, todo entero. Permanece en el vacío, sin pensamientos.

Entonces estás centrado, centrado en el Centro Cósmico: no es tu centro. Por primera vez, tú eres.

Ahora el lenguaje adquiere un significado distinto; “tú” no existes y Tú eres. Aquí el “sí” y el “no” pierden su tradicional diferencia, su significado primario. No existes como tú. Ahora existes como lo Divino, como el Cosmos mismo. Este es el centramiento existencial, el centramiento en la Existencia.

1 comentario:

Gorri dijo...

Muy intenso... Muchas gracias.

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