sábado, 13 de octubre de 2018

TRES FORMAS DE LLEGAR A TU INTERIOR


Así como estamos aprendiendo acerca del método de Buda, sería conveniente entender otro método, un método más. El Tantra ha utilizado el sexo. Esa es otra fuerza vital. Si quieres profundizar tendrás que emplear fuerzas muy vitales, las más arraigadas en ti. El Tantra emplea el sexo. Cuando estás inmerso en un acto sexual, estás muy cerca del centro de la creación, del centro mismo de la vida. Si puedes sumergirte en el acto sexual de una forma consciente, se convierte en meditación.

Es algo muy difícil, más difícil incluso que la respiración. Puedes respirar conscientemente en pequeña escala, desde luego que puedes, pero el fenómeno mismo del sexo requiere tu inconsciente. Si te vuelves consciente perderás tu deseo sexual y tu lujuria. Si te vuelves consciente no albergarás deseo sexual en tu interior. Así que el Tantra ha hecho la cosa más complicada que puede hacerse en este mundo. En la historia de los experimentos con la consciencia, el Tantra es el que va más lejos.

Pero, desde luego, uno puede engañarse y con el Tantra el engaño es muy fácil porque nadie más que tú sabe en qué consiste el engaño. Nadie puede saberlo. Pero solamente uno entre cien puede alcanzar el éxito en el método tántrico de la consciencia, porque el sexo necesita del inconsciente. Por eso un tántrico, un discípulo del Tantra, ha de operar con el sexo, con el deseo sexual, de modo similar como con el aliento. Ha de ser consciente de él. Cuando se está implicado de hecho en el acto sexual, ha de mantenerse consciente.

Todo tu cuerpo, la energía sexual, alcanza un clímax desde donde explota. El buscador, el sadhak tántrico alcanza el clímax conscientemente y existe un método con el que poder evaluarlo. Si la eyaculación sucede de modo automático y tú no eres el amo, entonces no eres consciente de ello. Entonces el inconsciente ha pasado a ser el amo. El sexo alcanza su culminación y luego no puede hacer nada más que eyacular. La eyaculación no es algo que hagas tú. Tú puedes ser el que inicia el proceso sexual, pero nunca puedes ser el que lo termina. El final siempre corre a cargo del inconsciente.

Si eres capaz de retener el clímax y convertir en un acto consciente el tener o no tener la eyaculación, si eres capaz de regresar desde este clímax sin eyacular o si eres capaz de mantener ese clímax durante horas, si éste es tu acto consciente, entonces eres el amo. Y si alguien puede alcanzar el clímax sexual, justo al borde del orgasmo, y puede retenerlo y ser consciente de ello, de repente se vuelve consciente de su centro propio más profundo. ¡De repente! Y no solamente ocurre que se vuelve consciente de su centro más profundo; también se vuelve consciente del centro de su compañero, de su centro más interno.

Por eso el practicante del Tantra, si es un hombre, reverenciará siempre a su compañera. La compañera no es simplemente un objeto sexual. ¡Es divina! ¡Es una diosa! Y el acto no es en absoluto carnal. Si puedes sumergirte en él de forma consciente, es el acto más espiritual que puede darse. Pero llegar a lo más hondo es algo virtualmente imposible. Emplea pues o bien el sexo o bien la respiración.

Mahavira utilizó el hambre. Esa es otra cosa muy arraigada. El hambre no es sencillamente tener hambre por un sabor o de algo en particular. Es tu misma subsistencia. Mahavira empleó el hambre, el ayuno, como un método de consciencia. No es una austeridad. Mahavira no fue un asceta. La gente lo ha mal interpretado completamente. No fue en absoluto un asceta. Ningún sabio lo es. Pero empleaba el ayuno, el hambre, como vehículo para ser consciente.

Puede que te hayas dado cuenta del hecho de que, cuando tu estómago está lleno, te empiezas a sentir somnoliento, empiezas a sentirte inconsciente. Quieres irte a dormir. Pero cuando tienes hambre, cuando ayunas, eres incapaz de dormir. Incluso por la noche das vueltas y vueltas en la cama. Eres incapaz de dormir cuando ayunas. ¿Por qué no puedes dormir? Porque es algo peligroso para la vida. El sueño es entonces algo secundario. La comida es la necesidad perentoria, el obtener alimento. Eso es lo más necesario. El sueño deja de ser entonces un problema.

Pero Mahavira lo empleaba de una forma muy, muy científica. Debido a que eres incapaz de dormirte cuando ayunas, puedes recordar con más facilidad. La consciencia viene a ti más fácilmente. Y Mahavira empleaba el hambre misma como un objeto para su consciencia. Se mantenía de pie siempre. Puede que hayas visto las estatuas de Buda sentado, pero las estatuas de Mahavira lo muestran en posición más o menos erecta. Estaba siempre de pie. Puedes sentir más tu hambre cuando permaneces de pie. Si estás sentado la percibirás menos; si estás tumbado la sentirás aún menos. Cuando estás de pie, todo el cuerpo empieza a sentirse hambriento. Sientes el hambre por todo tu cuerpo. Todo tu cuerpo fluye, se vuelve un río de hambre. Estás hambriento desde la cabeza a los pies. No es solamente en el estómago. Los pies la perciben, incluso el cuerpo entero siente el hambre. Y Mahavira permanecía de pie en silencio observando, acompañando el hambre tal y como se acompaña el aliento. Se dice que en el período de sus doce años de silencio, estuvo ayunando más o menos unos once año. Solamente durante trescientos setenta días en los doce años ingirió comida. El hambre fue el método.

La comida y el sexo son las cosas más profundas, como el aliento. Cuando te mantienes siendo consciente de tu hambre, no haciendo nada más que ser consciente, de improviso eres arrojado a tu centro, a tu ser. Primero, el hambre se mueve superficialmente. Si no alimentas las capas superficiales, las capas más profundas se vuelven hambrientas. Si no das alimento a estas capas más internas, niveles aún más profundos se vuelven hambrientos. Y así sucesivamente. Por último tu cuerpo entero empieza a sentirse hambriento. Cuando todo el cuerpo está hambriento, eres lanzado al centro.

Cuando sientes hambre, es un hambre falsa. En realidad, es más o menos un hábito, no hambre. Si almuerzas a una hora determinada, por ejemplo a la una, entonces a la una comienzas a sentir hambre. Esta es un hambre falsa, sin conexión alguna con el cuerpo. Si no comes a la una en punto te darás cuenta que a las dos el hambre ha desaparecido. Si fuera algo natural, se habría incrementado aún más. ¿Por qué ha desaparecido? Si fuera real la hubieras sentido más a las dos y aún más a las tres y más a las cuatro. Pero ha desaparecido. Era una costumbre simplemente, una costumbre muy superficial.

Si un hombre bien alimentado ayuna durante tres semanas, solamente entonces puede saber realmente lo que es la auténtica hambre. Entonces, por vez primera, sabe lo que es la verdadera hambre. Así como estás ahora nunca podrás darte cuenta de que el hambre es algo tan poderoso como el sexo. Es más poderoso, pero solamente el hambre auténtica. Por eso ocurre que cuando estás ayunando, tu deseo sexual desaparece, porque entonces algo más fundamental está en juego.

La comida es tu supervivencia, el sexo es para la supervivencia de tu raza. Es un fenómeno distante, sin relación contigo. El sexo es el alimento de la raza, no el tuyo. Morirás, pero a través del sexo la Humanidad puede vivir. Por eso no es en realidad tu problema. Es un problema racial. Puedes hasta olvidarte de él, pero no puedes olvidarte de comer porque ése es tu problema. Te implica a ti. De modo que si ayunas, poco a poco el sexo desparece, se volverá más y más distante.

Debido a esto mucha gente se engaña a sí misma. Creen que si comen menos cada vez se volverán célibes, brahmacharis. No será así. El problema ha sido, sencillamente, dejado de lado. Dales comida adecuada y el deseo sexual volverá, con más fuerza aún, más fresco, más joven.

Si ayunas durante más de tres semanas, todo tu cuerpo estará hambriento. Cada célula, cada célula de tu cuerpo empezará a sentir el hambre. Entonces, por primera vez, estás hambriento; tu estómago está hambriento, tu cuerpo entero está hambriento. Estás rodeado por un tremendo fuego de hambre. Mahavira empleaba este método para mantenerse consciente. Por eso se mantenía hambriento: ayuno y consciencia.

Un hombre puede vivir sin comida durante tres meses. Un hombre sano, desde luego. Un hombre normalmente sano es capaz de estar tres meses sin comer. ¡Tres meses! Si ayunas durante tres meses, entonces un día de improviso te encontrarás a las puertas de la muerte. Este es un encuentro consciente con la muerte y ese encuentro se da solamente cuando estás a las puertas de abandonar tu cuerpo y saltar a tu centro, dentro. Todo el cuerpo se halla ahora exhausto. No puede seguir. Eres lanzado a tu origen y no puedes vivir en tu cuerpo. Poco a poco eres expulsado de tu cuerpo, hacia adentro, hacia adentro, hacia adentro.

La comida te lleva hacia fuera. El ayuno te lleva hacia adentro. Llega un momento en el que el cuerpo es incapaz de soportarte un instante más. Entonces eres lanzado a tu centro. En ese instante tu sol interior es liberado.

Por eso Mahavira ayunaba durante tres meses, incluso durante cuatro meses. Estaba extraordinariamente sano. Es todavía un secreto el porqué, después de tres o cuatro meses, de repente iba al pueblo a mendigar comida. En realidad, cuando se acercaba al límite en el cual un solo instante podía ser fatal, solamente entonces iba a mendigar comida. Reentraba en el cuerpo y de nuevo ayunaba, de nuevo se dirigía al centro. De nuevo entraba en el cuerpo; luego otra vez al centro.

Así podía darse cuenta de la brecha: el aliento entrante, el aliento saliente. La vida entrando en el cuerpo, la vida saliendo del cuerpo. Y permanecía consciente de este proceso. Ingería comida y permanecía consciente de este proceso. Ingería comida y regresaba al cuerpo, digámoslo así, y luego volvía a ayunar. Estuvo haciendo esto continuamente durante doce años. Era un proceso interno.

He explicado pues tres puntos: el aliento, el sexo y el hambre. Puntos fundamentales, muy básicos. Mantente consciente en cualquiera de ellos. El del respirar es el más sencillo. Es más difícil emplear el método tántrico. A la mente le gustaría emplearlo, pero es complicado. Será difícil el emplear el método del hambre; a la mente no le gustaría. Esos dos son muy difíciles. Tanto si te gustan como si no, son difíciles. Solamente el proceso de la respiración es sencillo. Y para la era entrante creo que el método de Buda será de mucha ayuda. Es moderado, fácil, no muy peligroso.

Por eso Buda es conocido desde siempre como el creador del “camino medio”, majhim-nikaya, el punto medio de oro. El sexo y la comida están entre esos dos. El aliento es el punto medio dorado, el centro exacto.

Y hay muchos métodos más. Con cualquier método puedes establecerte esa luz interior. Y una vez establecido, tu luz comienza a fluir hacia tus células corporales. Todo tu mecanismo es entonces refrescado y posees un cuerpo de Buda, un cuerpo de uno que está Iluminado.

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