sábado, 15 de junio de 2019

ESTAR ALERTA


Un maestro Zen te arrojaría por la ventana gritándote: "ponte alerta". Mientras estás en el aire atravesando la ventana, te pide que estés alerta: al caer al suelo tu cara cambia; la situación es muy diferente: viniste a preguntar algo sobre metafísica y él actúa no metafísicamente. Te ha arrojado por la ventana cuando preguntabas si Dios existe o no: carece de sentido, pero al mismo tiempo te grita que estés alerta en el preciso momento en que cambias de estado. Cuando estás en el aire, no solamente tu cuerpo experimenta un cambio, también estado de conciencia. Y un maestro sabe exactamente lo que hace. En ese exacto momento gritará: "ponte alerta", y si tú puedes prestar atención entonces, serás arrojado al Centro, lejos de la periferia.

Cuando te encuentres, pues, en cualquier situación cambiante, mira hacia adentro cuidadosamente. No hay tránsito: sólo un salto de la periferia al Centro y del Centro a la periferia; el comportamiento es como el del electrón, o como en los sueños.

Profundiza esta conciencia, es todo lo que puedes hacer. Es algo negativo, pues tener conciencia no es actuar. En realidad, cuando estés en estado de tránsito está alerta y no habrá acción, ya que se detendrá con tu estado de alerta: ni siquiera respirarás entonces. Si te pongo una daga en la garganta incluso la respiración cesará, pues te pones tan alerta que todo cesa. Eres arrojado al Centro: no es una acción. El afán de actuar es sólo para escapar de la conciencia, por esto nos volvemos adictos a ella: haciendo algo ayudamos a la continuidad.

Usa cualquier oportunidad para estar alerta, hay miles todos los días: Ponte alerta y sentirás el salto de la periferia al Centro. Estás fuera de casa, entra; puedes entrar y salir sin dificultad. Cuando el movimiento de la periferia al Centro se ha convertido en algo similar se volverá fácil quedarte allí, y entonces se producirá la explosión.

Uso las palabras "entonces", "lentamente", "gradualmente", "poco a poco", aunque son impropias, pero no puedo hacer otra cosa, tengo que usarlas. Son impropias en lo que a la explosión concierne, pues nunca es lenta, gradual ni poco a poco: es intempestiva. Pero no podrías sentenciarlo. Así es que por razones de comprensión o si prefieres, para que lo malentiendas, recurro a estos términos. El patrón del lenguaje está hecho para la periferia. Nada puede hacerse. Crearon el lenguaje las mentes que están en la periferia y lo necesitan las mentes que viven en ella; el Centro es absolutamente silencioso, no tiene necesidad de palabras. Pero si tenemos que interpretar el Centro en términos de la periferia, este es el único camino.

No me interpretes erróneamente cuando te digo "gradualmente". La explosión nunca llega poco a poco, pero uso esas palabras para darte confianza, para que te sea concebible, y así, desde la periferia, algo puedes entender. Es como hablar del mundo de la vigilia a una persona que duerme. Habría que usar el lenguaje de los sueños, y es absurdo. En cierto modo, toda expresión es absurda, pero no hay nada qué hacer. Uno se siente completamente imposibilitado, con imposibilidad suma.

Por ejemplo, sé lo que quiere decir explosión y lo que está en el Centro, pero no puedo expresarlo. Tú me preguntas y te respondo y, al mismo tiempo, sé que no puedo decírtelo. Cuando empiezo a hablar, uso el lenguaje de la periferia y todo se distorsiona: comprende, pues, las consecuencias.

Unas palabras sobre actitudes corporales. En la India el aspirante debe tocar los pies del guru. Parece una actitud inútil, formulista, pero tiene su objetivo. Si te inclinas ante el Maestro para tocar sus pies, tu centro sexual no queda afectado por su presencia, porque su energía totalmente invade un cuerpo rendido se convierte en un todo. Cuando todas las partes del cuerpo tocan la tierra, muchas cosas, científicamente, empiezan a suceder: tu cuerpo permanece uno, y el impacto vibra en todo él, no en un centro: penetra desde la cabeza hasta los pies. Si estás en posición vertical te llega el mismo impacto, pero no a todo el cuerpo, sino que afecta a la parte que es más sensible, generalmente el sexo.

En este país (India), el desarrollo de esta ciencia interna, implicó siglos. Y el hombre las conoció a través de infinitas experiencias, porque las suyas no pueden ser como las de un conejo. La condición básica fue tener fe y confianza. Si confías te abres; si dudas te cierras; entonces la misma energía que podría conducirte a la explosión, da vueltas en redondo y no te penetra. Cerrado no puedes recibir ayuda. En cambio, abierto sí, la ayuda entonces penetra hondo y la explosión se convierte en cadena. Siempre sucede así; una actitud de confianza crea grandes cadenas de explosión.

Algunas veces esto se produce sin interrupción aun cuando el maestro original haya muerto. Por ejemplo, en la tradición de los sikhs, el décimo guru es el último. Hasta el décimo, los gurus se sucedieron, uno después de otro, pero en el décimo la tradición se interrumpió. ¿Por qué razón? ¿Por qué Govind Singh detuvo la cadena? Había sido continua desde Nanak, era una fuerza viva, pero con Govind Singh no pudo transferirse, no había nadie capaz. Nadie estaba abierto para recibirla completamente, totalmente, y la entrega parcial, no era posible: o estás totalmente abierto o no. Confianza parcial no es confianza, es engaño. No puedes creer el 99%; el restante uno por ciento de duda acabará con todo porque te cerrará. Si confías abiertamente habrá una reacción en cadena, incluso tú entrarás en contacto, más que contacto, será una parte integrante de tu ser.

Realmente no estamos tan aislados como creemos. El aislamiento se debe a la actitud cerrada del ego, pues no existe la separación. Tú no eres distinto de mí, estás separado. Si te sientes así, es debido al ego que te aísla. Y el milagro de la fe es que si confías, no serás un ego: una y otra cosa no pueden existir simultáneamente: si confías, no eres un ego; si dudas, no puedes ser más que un ego. Así, al confiar dejas de ser un ego y el aislamiento se desvanece. Estar abierto no implica que tomes cualquier cosa de mí. No existe el "mí". Nada tomas de nadie; tú mismo te reflejas en tu propio Ser; parecemos sepa¬rados debido al ego, si te abres, la cadena perdurará por siglos. Por ejemplo, la cadena de Buda existe todavía; no es tan amplia por supuesto; se ha convertido en angosta corriente, pero continúa.

Cuando Bodhidharma se trasladó de la India a la China no fue a enseñar el mensaje de Buda a los chinos y a otros, sino a buscar un hombre a quien transmitir la explosión, encontrar alguien tan abierto que antes de morir Bodhidharma pudiera recibirlo todo. Llegó a China y estuvo sentado durante nueve años consecutivos de cara a la pared. Si alguien llegaba ni siquiera le miraba. Daba la espalda a todos los visitantes. Y muchos preguntaban: "¿qué es esto?", y él les respondía: "Me he enfrentado con personas por muchos años, pero nunca he encontrado en su cara otra cosa que no fuera una pared: nadie es receptivo. Cuando alguien venga a mí, no como una pared, entonces le daré la cara y lo miraré".

Por nueve años ninguno fue digno de que Bodhidarma volviera la cabeza. Llego un día Hui-Neng; se paró detrás de él, se cortó una mano y se la dio a Bodhidharma diciéndole: "vuelve la cabeza, de otro modo me cortaré la mía". Bodhidharma miró a Hui-Neng y le dijo: "Ahora ha venido el hombre. Por ti he atravesado los Himalayas". Y hubo la transmisión, sin escrituras. Bodhidharma no las tenía. Sólo miró a los ojos de Hui-Neng y hubo transmisión directa, sin ningún intermediario.

Esto debe entenderse: la cadena de explosiones es, de nuevo, un salto. Cuando algo de mi conciencia llega a ti, esto es un salto: estaba aquí, ahora está ahí, y nunca estuvo en medio: no hay proceso. Si eres receptivo, abierto, la llama que está aquí se hallará allá instantáneamente; no habrá lapso. La cadena puede continuar para siempre. Sin embargo no continúa; es muy difícil pues incluso con un maestro vivo no es fácil abrirse. La mente trata en todas formas de permanecer cerrada ya que su abertura le significa la muerte. Así es que argumentará y encontrará razones para continuar cerrada. Inventará lo absurdo. En otros momentos más tarde, te será inconcebible que todo aquello te hubiera hecho dudar, que tanta: insignificancia te hicieran escéptico. Cosas sin sentido, a veces crean barreras. Y si no te abres, la cadena no es posible.

Toda tu meditación, y todo mi énfasis sobre ella es para que te abras. En cualquier momento lo harás y se realizará la transmisión. Explosiones menores suceden a diario. Son sólo vislumbres del Centro; pero esto no basta. Pueden ayudarte, pero no te contentes con esto. Comúnmente un solo vislumbre queda convertido en tesoro y lo sigues recordando. Pero el paso del Centro a la periferia, se vuelve memoria, y la memoria se alimenta de su recuerdo, te sientes alborozado. Piensas que puede ocurrir otra vez, pero se ha convertido en parte de la periferia, de la memoria, ya es inútil. Las explosiones menores pueden ser fatales si las alimentas como memoria: arrójalas, olvídalas; no esperes su repetición; sólo entonces la explosión mayor será posible.

Así pues, yo no presto atención a explosiones menores que no destruyen la memoria, por el contrario, la fortalecen. Una pequeña experiencia no tiene valor; hasta que la Totalidad se alcance, no estés contento. Hasta que llegue la última explosión, muéstrate descontento; no recuerdes nada de lo que haya sucedido; ninguna experiencia debe acumularse y nutrirse; olvídala y sigue adelante.

Muchas cosas han pasado y muchas pasarán, pero nunca comento las explosiones menores. Si alguno llega y me las cuenta las elimino; no deben recordarse, pues se convertirían en barrera. Continúa hacia el Centro hasta llegar al punto de donde ya no hay regreso. Cuando este punto se alcanza la memoria no existe. Recuerdas sólo lo que has perdido, no lo que está siempre contigo. Realmente, tomas conciencia de una experiencia cuando se ha desvanecido. Si dices "te amo mucho", puede que tu amor esté desapareciendo. Quizá ya no existe. Es sólo un ego del pasado; por eso lo enfatizas y el "te amo mucho" es un esfuerzo para llenar el vacío. Cuando el amor existe, lo vives y lo sientes, el silencio basta. Cuando se marcha, hablas de él, porque el silencio ya no basta, al contrario, en el silencio tu amor muerto estará en peligro, no lo podrás esconder. Generalmente no hablamos para exponer algo, sino por el contrario, para esconderlo. En silencio no puedes esconderlo con palabras.

Siempre que seas consciente de cualquier explosión menor, no la recuerdes ni desees su repetición; se ha ido, ha entrado a ser parte del pasado muerto. Arrójalo, deja que lo muerto quede enterrado, y sigue adelante. Y cuando la explosión mayor, la última suceda, no la recordarás. No necesitarás recordarla, estará contigo, será tu Centro, tu Ser, no podrás olvidarla; no tendrá sentido olvidar o recordar. Y a menos que la mayor advenga, la menor no tiene sentido.

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