sábado, 8 de junio de 2019

PENSAMIENTO LÒGICO Y ANALÒGICO


Hay dos clases de pensamiento: uno lógico y otro analógico. El lógico procede en secuencia: "esto es así, por lo tanto, esto sucederá". La causa está determinada, por lo tanto el efecto seguirá. Este proceso lógico es definido, seguro: mediante ciertas premisas, ciertos resultados se producirán automáticamente. No hay libertad en el pensamiento lógico. Todo está motivado por el pasado, supeditado a él. Si te doy cierta cantidad de veneno, mueres; no eres libre, pues algo causa tu muerte: es fatal. Esto es una seguridad, una continuidad, un vínculo causal.

El pensamiento analógico es diferente, en cierto modo, poético: se salta de una cosa a otra simplemente por analogía, no por secuencia lógica. Por ejemplo, puedo amar a alguien y escribir un poema en que diga: "Mi bien amado es como la luna"; en esto no hay conexión; no hay vínculo causal entre el bien amado y la luna; no hay relación: sólo analogía. He saltado de un punto a otro sin moverme en secuencia: es como la conducta del electrón. Los poetas siempre se han manifestado así, saltan de un punto a otro simplemente por analogía; ni siquiera necesitan semejanzas: si al poeta le parece que hay una resonancia, pues, basta. Entonces hay un salto que podemos denominar analógico.

La entera literatura mística es analógica. Los místicos sólo pueden moverse en analogías, es el mundo de las parábolas: todas son analógicas. Jesús hablaba así. Buda también y todos los demás: no dan razones lógicas ni argumentos; realmente Jesús nunca discutió ningún punto, y es que no hay posibilidad de debate, simplemente analogía. Si ves las cosas con simpatía, entenderás el pensamiento analógico; si no, no podrás entender; la analogía no depende de la razón, sino de las actitudes que te permiten continuar el mismo proceso dentro de ti mismo.

Por analogía pues, recurro al electrón cuya conducta es similar a la explosión espiritual. Lo viejo se desvanece en la periferia, sin vinculación entre ella y el centro, sin desplazamiento. Si te desplazas, creas un vínculo con la periferia, tu primer paso hacia el centro partirá de la periferia y debe conectarse con el anterior: existe un vínculo causal.

Estás en la periferia, y de improviso te encuentras en el centro, sin traslado; he ahí la explosión. Si la física no te es conocida tomaré otro ejemplo: tú duermes en Bombay y sueñas que estás en Londres. En la mañana, cuando tu sueño termina, ¿tendrás que viajar de regreso de Londres a Bombay? ¿En dónde vas a despertar, en Londres o en Bombay? Despertarás en Bombay, pero ¿cómo regresaste? ¿Recorriste alguna distancia? Si la recorres entonces no has despertado, porque sólo existe en el sueño. Si tomas un avión, será parte de tu sueño. Si despiertas, el sueño será discontinuado en Londres y despertarás en Bombay, sin trasladarte. Así, pues, el despertar es algo nuevo; no tiene continuidad con el sueño.

La periferia es el sueño, el sueño de la acción, el sueño del ego. Por eso en la India los místicos han dicho: "Esto es ilusión, un sueño; el mundo es sólo eso". Y cuando Shankara y otros han afirmado que el mundo es un sueño, han establecido una analogía y no debe malinterpretarse, como se ha hecho frecuentemente. Tú puedes notar que es tontería lo que dicen. ¿Es un sueño este mundo? ¡Parece tan real! El místico hindú Shankara lo sabía; en verdad es real, pero está hablando en analogía. Cuando se dice que el mundo es un sueño no significa que, de veras, lo sea; sólo implica que si despiertas, la conciencia de lo anterior será discontinuada. No hallarás ninguna conexión entre el sueño y el despertar; ninguna, en absoluto; sólo quedarás sorprendido de haber ido a Londres y estar de regreso. Pero, en verdad, no muy sorprendido, sólo exclama¬rás: "¡Ah, fue un sueño!", y se cerrará el capítulo. Ni siquiera pensarás en ello. Lo mismo sucede con la explosión. Sabes que la entidad que sueña se ha desvanecido: "Era un sueño y ahora estoy en el Centro". No te preguntas cómo es que estabas en la periferia y cómo regresaste al centro otra vez, ni cómo te trasladaste.

La gente preguntaba a Buda: "¿cómo te convertiste en un iluminado?", pregunta absurda; es como preguntarle a alguien cómo despertó, qué método usó, qué técnica. ¿Cómo practicar la salida de un sueño? Simplemente se interrumpe, pero mediante sus propios modos. Algunas veces vuelves de una pesadilla, se hace insoportable, y esa imposibilidad, la angustia que produce, causa el cese. Si la vida, pues, en la periferia se ha convertido en pesadilla, si vivir como vivimos nos parece infernal, terminarás tu sueño. Pero cuando hayas salido de él sabrás que no era causa, que correspondía a una continuidad. Algo nuevo sucede y lo llamamos explosión, algo que no puede entenderse en términos de lo antiguo.

¿Qué puedes hacer incluso negativamente? Cuando menos tres cosas: una, estar alerta, aunque sea por un momento siquiera; sé consciente de que te has identificado con un pasado que no es tu Ser, ese Ser que está en el presente, aquí y ahora, y estabas identificado con algo que no estaba ni aquí ni ahora. Ponte alerta. Sé consciente de esto, y deja que esa conciencia venga hacia ti repentinamente, de dondequiera. Si caminas por la calle, detente un momento, está súbitamente alerta. En cualquier parte y situación, detente y sé consciente de dónde estás, en la periferia o en el Centro. ¿Estás identificado con la memoria o no lo estás? Al principio esto puede venir como un relámpago; como un abrir y cerrar de ojos: lo sentirás y se escapará; pero se ahondará el resplandor, y llegará un nuevo movimiento de la periferia hacia el Centro, un movimiento como el del electrón, un salto como un brinco de un punto a otro. La situación se ahondará.

Permanece alerta tanto como puedas, y aprovecha todas y cada una de las situaciones. Por ejemplo, la respiración. Entre la inspiración y la espiración hay un lapso, un momentito: no has tomado el aire ni lo estás expulsando: se consciente de este lapso, permanece en él lo que puedas, sentirás el Centro y estarás lejos de la periferia: fuera del sueño.

Cuando vas a dormir, sé consciente del sueño que va entrando, descendiendo hacia ti: te hundes en él. Hay un momento en el que no estás ni despierto ni dormido. La mente está cambiando su dimensión; sé consciente de ello y mantente en el intervalo; serás arrojado al Centro, estarás fuera de la periferia.

En la mañana regresas del estado de sueño, siente el instante del despertar, aunque no estés bien despierto; el sueño ya se ha terminado. Hay siempre un instante, cuando la mente cambia de un estado a otro; sin ese intervalo el cambio es imposible, y en él no estás en la periferia. Debes entender exactamente lo que digo: no hay lapso en la periferia, los intervalos están en el Centro.

La continuidad existe en la periferia: un acontecimiento sucede a otro; y en el medio, en el lapso, se va siempre al Centro, y al siguiente momento se regresa a la periferia. Pero esto pasa tan rápidamente, en cierto modo fuera del tiempo, que ordinariamente no puedes darte cuenta. Pero si estás alerta, atento, cuidadoso, consciente, poco a poco lo captarás.

Amas a alguien y tu amor se ha ido y el odio no ha llegado aún. Hay un intervalo. El amor sucede en la periferia; el odio también, pero el lapso entre los dos en el Centro. Así es que cuando amas estás afuera, y cuando odias también, pero cuando cambias del amor al odio o del odio al amor estás siempre en el Centro. No puedes cambiar en la periferia porque allí sólo está la acción; el Ser está en el Centro. Mas el vaivén de ir y volver es tan infinitamente rápido, que ordinariamente no lo percibes.

Estás alerta a los cambios. Si estás enfermo, cuando la enfermedad es vencida, pero la salud no se ha restablecido, aún estarás en el Centro. Ningún cambio es posible en la periferia misma. Por eso todos necesitamos dormir, porque durante el sueño un gran cambio acontece. Si no puedes dormir profundamente no puedes vivir, pues la vida ha menester de cambios cotidianos. Cada día mucho cambiamos corporal, mental y emotivamente, y la naturaleza sabe cómo entras en inconsciencia, ya que conscientemente no permanecerías en el Centro por largo tiempo: estás arrojado a la inconsciencia para alejarte de la periferia; inconsciente, moras en el Centro, instalado en el Ser.

Incluso cuando despiertas se producen cambios. Como en analogía, podría decir que cambias la velocidad del automóvil. Por un tiempo mínimo queda entonces en un punto muerto, allí donde no hay velocidad. De la primera a la segunda no puedes pasar directamente; el cambio requiere pasar por un punto neutral. Cuanto más experto eres, menos tiempo necesitas; de hecho, un conductor hábil no se da cuenta de que en cada cambio pasa por el punto neutro, tan rápido es el cambio. Sólo aquél que está aprendiendo lo observa, y el punto muerto constituye una dificultad para el aprendizaje. Ten presente, pues, que siempre que pasas de una acción a otra, regresas al estado neutro, al Centro: estás alerta.

Alguien te insulta; cambias, no puedes permanecer igual. Cambiarás en la periferia. La cara te cambiará totalmente; detente en lo que sucede adentro: ir al Centro y regresarás a la periferia, y tu rostro volverá a cambiar. Así, si alguien te insulta, medita, adéntrate: él te ha dado oportunidad de cambio.

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