sábado, 23 de agosto de 2014

CUANDO DESPERTAMOS

Un hombre dormido puede soñar que está en cualquier lugar del Universo. Desde ese punto de vista, estar despierto le parecerá que está a miles de vidas de distancia. Pero se trata de un sueño; en lo que se refiere al hecho real de estar durmiendo, el despertar está muy cerca.

Puedes despertar en cualquier momento.

Cualquier situación puede hacer que despiertes.

El sueño es la distancia. Por supuesto, para soñar hay que dormir, pero en el momento que despiertas el sueño desaparece, y con él desaparece también todo el mundo de los sueños.

La verdad es que el despertar es la realidad que está más cerca de ti, está justo a tu lado. No está lejos, por eso no puede convertirse en un objetivo. Todos los objetivos pertenecen al sueño, todos los logros pertenecen al sueño.

El despertar no puede ser un objetivo porque el hombre que está dormido ni siquiera puede pensar en lo que sería el despertar. Mientras sueña, no puede hacer del despertar su objetivo, eso es totalmente imposible. O el objetivo que formule será totalmente diferente de la realidad de la iluminación.

La iluminación es parte de tu consciencia de vigilia.

En Oriente tenemos cuatro niveles de consciencia. Primero está la que conocemos como vigilia. No es una verdadera vigilia, porque justo debajo de ella flotan los sueños. Cierra los ojos y soñarás despierto. Cierra los ojos y lo verás inmediatamente: la imaginación asume el control y empiezas a alejarte del momento presente, del aquí. En la realidad no estás yendo a ninguna parte, pero en tu imaginación puedes ir a cualquier lugar.

Por eso el primer estadio es el llamado estado de vigilia; el segundo estadio es el sueño, dormir. De estos dos somos conscientes.

El tercero son los sueños, porque se puede dormir sin soñar; entonces el sueño tiene una cualidad muy diferente. Ese sueño es muy pacífico, muy silencioso, oscuro y profundo... es muy rejuvenecedor.

Por tanto dormir es el segundo estadio y después viene el tercero, soñar. Mientras duermes, la mayor parte del tiempo estás soñando. Si duermes ocho horas, estarás soñando al menos seis horas. Sólo estás dormido algún rato aquí y allá, por lo demás estás soñando continuamente.

Como no lo recuerdas, esto te parecerá exagerado: seis horas soñando y sólo dos de sueño sin sueños. Cuando te despiertas sólo recuerdas los últimos sueños, porque la memoria sólo empieza a actuar al despertar; por eso sólo capta el final de tu mundo de sueños. No recuerdas todos los sueños, sólo los anteriores al momento de despertar: los sueños mañaneros.

En Oriente siempre se ha entendido que las seis horas en las que soñamos son tan importantes como las dos de sueño silencioso. Y en Occidente, durante los últimos diez años, las investigaciones científicas han demostrado por primera vez que la comprensión oriental es absolutamente acertada. De hecho, los nuevos descubrimientos dicen que los sueños son aún más importantes que el sueño sin sueños, porque al soñar expulsas la basura de tu mente.

Durante el día la mente va almacenando todo tipo de palabras, todo tipo de deseos, ambiciones; ¡demasiado polvo! Tiene que ser retirado. Durante el día no dispones de tiempo para retirarlo y vas acumulando cada vez más. Por eso de noche, mientras duermes, la mente tiene la oportunidad de limpiarse. Soñar es como una limpieza de primavera. Éste es un ciclo que sigue sucediendo ininterrumpidamente: vuelves a acumular, vuelves a soñar, vuelves a acumular...

Éstos son los estadios o niveles que conocemos. El cuarto no tiene nombre en Oriente, simplemente se le llama el cuarto, turiya. Es un número, no es una palabra. No se le da ningún nombre para que no puedas interpretarlo, para que tu mente no pueda jugar con él y engañarte. ¿Qué puede hacer la mente si sólo escucha el número cuatro? Se quedará paralizada. Si le das cualquier nombre que tenga un significado, la mente tiene una forma de tratar con él, a través del significado. Pero el número cuatro no tiene ningún significado.

El cuarto estado es el verdadero despertar. El cuarto estado tiene que ser comprendido en relación a los otros tres. Tiene algo parecido al primero, al llamado estado de vigilia. El estado de vigilia es muy tenue, muy fino, casi insignificante, pero tiene cierta cualidad... El cuarto estado consiste sólo en esa cualidad: es puro despertar. Estás plenamente despierto.

También tiene alguna similitud con el segundo estado, el sueño. El sueño es silencioso, profundo, pacífico, relajado, pero en una medida muy pequeña, sólo lo necesario para los asuntos del día a día. El cuarto estado es un estado de totalidad: total relajación, total silencio, profundidad abismal.

También tiene alguna de las cualidades del sueño. El sueño te aleja de ti mismo. En el sueño puedes ir a la luna, puedes ir a una estrella, aunque estés aquí, en tu cama. En realidad no vas a ninguna parte, pero en la imaginación -mientras sueñas- parece absolutamente real. En el sueño no puedes pensar que se trata de un sueño. Si dentro de un sueño puedes pensar que es un sueño, el sueño se rompe: te despiertas y no consigues volver a atrapar ese sueño.

No puedes atrapar el mismo sueño de nuevo; una vez despierto no hay forma de recuperar el mismo sueño.

El sueño te aleja de ti mismo; esa es su cualidad básica. Quizá por eso te limpia y en cierta forma te ayuda a relajarte: te olvidas de tus preocupaciones. Al menos por unos segundos puedes estar en el paraíso, puedes estar en la situación en la que siempre has querido estar.

El cuarto estado también tiene algo parecido, pero sólo es un parecido. También te aleja de ti mismo, pero para siempre. No puedes volver a ti. En el sueño no puedes volver al mismo sueño; en el cuarto estado no puedes volver al yo que tenías. Te lleva tan lejos que verdaderamente puedes ser todo el Universo. Esto es lo que han dicho los místicos orientales: Aham brahmasmi, me he convertido en la totalidad.

Pero tienes que perder el yo. No puedes volver a él.

A este cuatro estado se le han dado diversos nombres. Este nombre es el más matemático, el cuarto. Le fue dado por Patanjali, que era un místico muy científico y matemático. Su tratado ha sido la única base del yoga durante miles de años. No se le ha añadido nada más porque no lo necesita. Es muy raro que una persona cree un sistema completo, tan completo y perfecto que sea imposible cambiar nada de él.

Ya conoces tres estadios; el cuarto es un poco más profundo. No está muy lejos.

La idea de estar a varias vidas de él es un sueño.

En realidad está a tu lado...; despierta y eres eso.

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