sábado, 29 de noviembre de 2014

EL SER HUMANO FALSO

En primer lugar, hay algo en el hombre que le hace seguir el mal camino. Y en segundo lugar hay gente interesada en guiar a los demás por el mal camino. Ambas cosas, en conjunto, crean un ser humano falso, engañoso. Su corazón anhela el amor, pero su mente condicionada le impide amar.

Te sorprenderá saber que Adolf Hitler nunca permitió a sus novias dormir en la misma habitación que él por una razón muy simple: no podía confiar en ellas. La mujer podría dispararle por la noche, ponerle veneno en el agua. ¿Qué garantías tenía? Ellas podrían estar aparentando que lo querían. Podía tratarse de una conspiración. No había forma de averiguar si se trataba de una conspiración o si sentían verdadero amor por él. Para estar seguro nunca permitió que ninguna mujer con la que hubiera estado en contacto durmiera en su habitación.

Nunca permitió que nadie fuera amistoso con él, ni Goebbels ni ningún otro de sus colaboradores cercanos. Siempre les mantenía a distancia. Se decía que no había ni una sola persona que le pudiera poner la mano sobre el hombro en un gesto de amistad. El exceso de amistad es un peligro, ese era su condicionamiento. El otro puede hacerte daño. Puede averiguar algo de ti que podría usarse en tu contra. Es mejor mantenerle a distancia. Y todo el mundo era ambicioso, todo el mundo quería estar en su lugar, por eso aunque parecieran muy amistosos, en el fondo todos eran competidores, enemigos; podían matarle. No tenía amigos. Y qué tipo de amor era ese que no le permitía confiar en que la mujer durmiera en su habitación.

Una de sus mujeres estuvo enamorada de él durante muchos años y no tenía ninguna razón para sospechar de ella. Pero la sospecha no necesita razones. Un día quiso visitar a su madre enferma, en la misma ciudad. Y Adolf Hitler le dijo que no. Le costaba mucho decir sí a cualquier cosa.

Esto tiene significado psicológico muy profundo. El No da poder. El Sí no da ningún poder. Cuando dices que no, puedes sentir tu poder; cuando dices que sí, puedes sentir amor, compasión, pero no poder. Las palabras tienen sus propias cualidades. Cualidades que no puedes encontrar en el diccionario. Pero en realidad si entras en la psicología de las palabras, cada palabra tiene su individualidad única. El «no» no es una simple negación; es una confirmación del propio poder.

No había necesidad de decirle que no. Sólo iba a ver a su madre enferma y estaría de vuelta cuando él regresara del despacho. Pero el sí no era su palabra. Sólo sabía dar órdenes y rechazar las ideas de los demás. Incluso en cosas tan pequeñas que no tenían nada que ver con el poder...

Él se fue al despacho; la mujer creyó que podría ingeniárselas: podía ir ver a su madre y regresar; él aún no habría vuelto. Fue y regresó; ciertamente se las ingenió. Pero lo primero que él preguntó al guardia al llegar a casa fue: «¿Ha salido? ¿Cuánto tiempo ha estado fuera?»

Hitler cargó su arma, entró en casa y le disparó: ni siquiera preguntó, no le dio la oportunidad de decir nada. Ya era suficiente. Aquello tuvo que ser una prueba para todos los demás de que no seguir sus órdenes significaba morir.

Hitler deseaba amor, pero su mente anhelaba el poder, y no puedes pedir ambas cosas a la vez.

Éste es el problema. El niño nace con un corazón que anhela el amor, pero también nace con un cerebro que puede ser condicionado. Y la sociedad tiene que condicionarlo en contra del corazón, porque el corazón siempre será rebelde a la sociedad, siempre seguirá su propio camino. No puede convertirse en un soldado. Puede convertirse en un poeta, puede convertirse en un cantante, puede convertirse en un bailarín, pero no puede convertirse en soldado.

Puede sufrir por su individualidad, puede morir por su individualidad y por su libertad, pero no puede ser esclavizado. Ese es el estado del corazón…

Pero la mente... El niño llega con un cerebro vacío, sólo es un mecanismo del que puedes disponer como quieras. Aprenderá el idioma que le enseñes, aprenderá la religión que le enseñes, la moralidad que el enseñes. Sólo es un ordenador; tú le vas proporcionando la información.

Y cada sociedad se encarga de fortalecer la mente cada vez más, de forma que si hay algún conflicto entre la mente y el corazón, la mente ganará. Pero cada victoria de la mente sobre el corazón supone más miseria. Es una victoria de los demás sobre tu naturaleza, sobre tu ser: sobre ti. Y ellos han cultivado tu mente para servir a sus propósitos.

La mente está vacía, es un cerebro; puedes ponerle cual-quier cosa dentro. Y tras veinticinco años de educación estará tan fortalecida que te hará olvidarte de tu corazón; así siempre te sentirás miserable. La miseria se debe a que tu corazón sólo puede darte alegría, sólo puede darte felicidad, sólo puede hacerte bailar. La mente puede estudiar aritmética, pero no puede cantar una canción. Sencillamente la alegría, la felicidad y el baile no forman parte de las capacidades mentales. Entonces te sientes desgarrado entre tu naturaleza, que es tu corazón, y los valores sociales que te han inculcado en la cabeza. Y ciertamente has nacido -todo el mundo nace- con estos dos centros. Ahí reside la dificultad.

Uno de los dos centros está vacío. Cuando la sociedad sea mejor se usará en concordancia con el corazón, para servir al corazón. Y entonces la vida será estupenda, estará llena de alegrías. Pero hasta ahora hemos estado viviendo en una sociedad horrible, llena de ideas podridas, que ha utilizado la mente. Y esa vulnerabilidad está presente: la mente puede ser usada.

De hecho es una bendición de la existencia, pero está mal empleada, explotada. Te dan una mente vacía para que pueda ser una fiel servidora de tu corazón, de tus anhelos, de tus potenciales. No hay nada malo en ella. Pero los intereses creados del mundo han encontrado en esta situación la oportunidad perfecta para ellos: usar la mente en contra del corazón. Así tú sigues sintiéndote desgraciado y ellos pueden usarte como quieran.

Por eso el mundo entero es miserable. Cada persona quiere ser amada, cada persona quiere amar; pero la mente es una barrera tal que no te permite amar ni ser amado. En ambos casos la mente se interpone y comienza a distorsionarlo todo. Y si por causalidad te encuentras con una persona a la que amas y la persona te ama a ti, vuestras mentes serán incompatibles. Han sido formadas por sistemas distintos, costumbres diferentes y hasta sociedades y religiones distintas.

Este proceso de condicionamiento debería cambiar completamente. La mente debe ser entrenada para servir al corazón. La lógica debe servir al amor. Y entonces la vida se puede convertir en un festival de luz.

1 comentario:

Nahuel Peuman dijo...

Esta reflexión me parece una de las mejores de Osho. Ataca las pautas nefastas que hacen a la sociedad un conjunto de seres que viven en la miseria, que no siguen el camino de su corazón. Osho, un gran amigo de los seres humanos.

Buscar este blog