sábado, 27 de noviembre de 2021

LA SOCIEDAD Y TÚ

 


Hay una cosa que conviene entender: la sociedad no es algo que esté fuera de ti, es algo que está dentro de ti. Y, a menos que las causas que la originan desaparezcan dentro de ti, allá donde vayas aparecerá la sociedad una y otra vez. Aunque te vayas a una comuna hippie, aparecerá la sociedad; se convertirá en una fuerza social. Si te vas a un ashram, aparecerá la sociedad. No es que la sociedad te siga; eres tú. siempre creas una sociedad a tu alrededor; eres un creador. Hay una especie de semilla en ti que da origen a la sociedad. Esto demuestra realmente que, a menos que te transformes por completo, nunca trascenderás la sociedad, siempre crearás tu propia sociedad. Y todas las sociedades son iguales; puede que cambien las formas externas, pero el modelo es el mismo.

¿Por qué no puedes vivir sin la sociedad? ¡He ahí la cuestión! Aunque estés en el Himalaya, esperarás a alguien. Puede que te sientes bajo un árbol y esperes a alguien, un viajero, un cazador que pase por la carretera. Cuando llegue alguien, sentirás algo de alegría. Cuando estás solo te entristeces; si llega un cazador, podrás curiosear. Le preguntarás: «¿Qué pasa en el mundo? ¿Tienes un periódico reciente?», o «¡Dame noticias! ¡Estoy deseoso de tener noticias nuevas!».

¿Por qué? Hay que sacar las raíces a la luz para que lo puedas entender.

Hay un punto importante: necesitas ser necesitado; tienes una profunda necesidad de ser necesitado. Cuando nadie te necesita, te sientes inútil, sin sentido. Cuando alguien te necesita, te da un significado; te sientes importante y no haces más que decir: «Tengo que cuidar de mi mujer y mis hijos», como si estuvieras cargando con un peso; te equivocas. Hablas de ello como si fuera una gran responsabilidad y como si sólo estuvieras cumpliendo con un deber. ¡Te equivocas! No tienes más que pensar; si tu mujer no estuviera ahí y hubieran desaparecido tus hijos, ¿qué harías? De repente, sentirías que tu vida carece de sentido porque ellos te necesitan. Los niños pequeños te esperaban, te daban un sentido, te hacían sentir importante. Ahora, nadie te necesita y te retraerás. Porque cuando nadie te necesita, nadie se fija en ti, da igual que estés o no.

Todo el psicoanálisis y el negocio que hay a su alrededor se basa en el hecho de escuchar.

No tiene mucho contenido, realmente no tiene mucho contenido, y todo lo que le rodea es prácticamente una estafa. Sin embargo, ¿por qué sigue funcionando? Una persona se dedica a prestar mucha atención, no una persona cualquiera, sino un psiquiatra famoso, muy conocido, que ha escrito muchos libros. Te sientes bien porque es una persona que ha tratado a muchas personas famosas. Nadie más te escucha, ni siquiera tu mujer. Nadie te escucha, nadie te presta atención; te mueves por el mundo como una no-entidad, un don nadie; y al psiquiatra le pagas mucho dinero. Es un lujo que se puede permitir la gente muy rica.

Pero ¿por qué hacen lo que hacen? Sólo se tumban en un diván y hablan, y el psicoanalista escucha; pero él escucha, te presta atención. Por supuesto que has pagado por ello, pero te sientes bien. Por el simple hecho de que la otra persona te escuche te sientes bien. Sales diferente de su consulta, te cambia el carácter. Te dan ganas de bailar, puedes cantar. Puede que no dure para siempre —la semana que viene volverás a su consulta—, pero cuando alguien te escucha, te presta atención, te está diciendo: «Eres alguien, mereces ser escuchado». No parece aburrirse. Puede que no diga nada, pero, aun así, es algo muy bueno.

Tienes una gran necesidad de ser necesitado. Alguien te tiene que necesitar; de lo contrario, no sientes la tierra bajo tus pies; necesitas a la sociedad. Aunque alguien se pelee contigo, da igual, es mejor que estar solo, porque al menos te presta atención; un enemigo..., puedes pensar en él.

Fíjate en esa necesidad cuando estás enamorado. Mira a los enamorados; obsérvalos, porque te resultará muy difícil darte cuenta si eres mismo el que está enamorado. Entonces se hace difícil observar, porque estás prácticamente loco, no estás en tus cabales. Sin embargo, contempla a los enamorados: se dicen el uno al otro «te quiero», pero en el fondo lo que desean es ser amados. La clave no es amar, sino ser amado. Sólo aman para ser amados. La cuestión básica no es amar, sino ser amado.

Por eso los enamorados no paran de quejarse el uno del otro: «No me amas lo suficiente».

Nada es suficiente, nada puede ser nunca suficiente, porque la necesidad es infinita. Por tanto, la esclavitud es infinita. Haga lo que haga el amado siempre sentirás que puede hacer algo más; todavía puedes esperar más, todavía puedes imaginarte más.

Como te falta eso, te sientes frustrado. Y todo amante piensa: «Yo amo, pero la otra persona no me corresponde» y la otra persona piensa lo mismo. ¿Qué es lo que pasa?

Nadie ama. Y, a menos que te conviertas en Jesús o en Buda, no podrás amar, porque sólo aquel para el cual ha desaparecido la necesidad de ser necesitado puede amar.

Khalil Gibran, en su maravilloso libro Jesús, el Hijo del Hombre, cuenta una historia ficticia pero bellísima; en ocasiones, la ficción supera a la realidad.

María Magdalena mira a través de la ventana y ve que Jesús está sentado en su jardín bajo un árbol. El hombre es guapísimo. Ella había conocido a muchos hombres, era una prostituta famosa, incluso los reyes acudían a su puerta; era una de las flores más deseadas. Sin embargo, nunca había conocido aun hombre como él, porque a una persona como Jesús le rodea un aura invisible que le confiere una belleza que no es de este mundo. Le rodeaba una especie de luz, un aura, la manera en que caminaba, la manera en que se sentaba, como si fuera un emperador vestido de mendigo. Parecía tan de otro mundo que Magdalena le pidió a sus criados que le invitaran, pero Jesús no aceptó. Les contestó:

Estoy bien aquí. Este árbol es muy bello y da una buena sombra.

Entonces Magdalena tuvo que ir en persona y pedirle, rogarle a Jesús; no podía creer que nadie rechazara una invitación suya. Le dijo:

Entra en mi casa y mi invitado.

Jesús le contestó:

Ya he entrado en tu casa, ya me he convertido en tu invitado. Ahora no hace falta ya nada más.

Ella no podía entender. Le dijo:

No, ven y no me rechaces; nadie me ha rechazado nunca. ¿No puedes hacerme ese pequeño favor? mi invitado. Come hoy conmigo, quédate conmigo esta noche.

Jesús le contestó:

Acepto tu invitación. Pero recuerda: aquellos que dicen que te aceptan, nunca te han aceptado; y ninguno de aquellos que dicen que te aman, te han amado nunca. Además te digo: yo te amo y sólo yo puedo amarte.

Pero no entró en la casa; después de descansar un rato se marchó.

¿Qué es lo que dijo? Dijo: «Sólo yo puedo amarte. Aquellos que no hacen más que decirte que te aman no te pueden amar, porque el amor no es algo que puedas hacer, es una característica de tu ser».

El amor tiene lugar cuando consigues una alma cristalina, un ser. Con ego nunca puede tener lugar; el ego quiere ser amado, porque ése es el alimento que necesita. amas para convertirte en una persona necesitada. Traes al mundo hijos no para amar a los hijos sino para ser necesitado, para poder ir por ahí y decir: «¡Mira con cuántas responsabilidades estoy cumpliendo, cuántos deberes estoy llevando a cabo! Soy un padre, soy una madre...». Lo haces simplemente para glorificar tu ego.

A menos que abandones esta necesidad de ser necesitado no podrás ser un solitario. Ve al Himalaya; crearás una sociedad. Pero si desaparece la necesidad de ser necesitado, dondequiera que estés, aunque vivas en el mercado, en pleno centro de la ciudad, estarás solo.

Ahora intenta entender las palabras de Jesús:

Bienaventurados sean los solitarios y los elegidos porque de ellos será el reino de los cielos; volveréis a él porque procedéis de él”.

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